Está de más decir que DAMN., el cuarto disco de Kendrick Lamar, es un excelentísimo trabajo y probablemente de lo mejor del año, pero Kung Fu Kenny además de ofrecer un álbum coherente y contundente, está dedicado a hacer que cada visual que acompaña al disco sea mejor que el anterior.
La genial racha de videos comenzó en realidad en su anterior disco, To Pimp a Butterfly, con los videos de i, King Kunta, Alright (que tuvo una nominación a los Grammy y cuatro en los MTV Video Music Awards, donde ganó como Mejor director), For Free?, These Walls y God is Gangsta. Pero cada uno de ellos conformaba una entidad única de acuerdo a su canción.
En cambio para DAMN., cada uno de los videos muestra a través de imágenes imponentes, narrativas atrapantes y buenas actuaciones, los tópicos globales del álbum: el ser afroamericano en la cultura actual, la violencia, la religión católica, el amor hacia uno mismo y el prójimo, y por supuesto, el braggadocio natural y justificado de Kendrick.
La continuidad entre cada audiovisual es clara, aunque sutil. Y hay una razón detrás de eso: a pesar de que cada video fue dirigido por un experto diferente, en los tres aparecen como co-directores The Little Homies, que no son otros que Kendrick y Dave Free, el presidente del sello Top Dawg Entertainment.
El primer video de DAMN. fue HUMBLE., co-dirigido por Dave Meyers (Rihanna, Missy Elliot, Katy Perry). Aquí Kendrick ejemplifica el mensaje del tema con referencias religiosas: vestido de Papa y recreando La última cena, pero al mismo tiempo alardea sobre su poder adquisitivo acostado en una mesa repleta de billetes de 100 dólares, o untando un pan con la suntuosa mostaza Grey Poupon desde un convertible. A esto se suma unos innovadores juegos de cámara (sobre todo las tomas en 360 grados, que reducen a la Tierra a una pequeña esfera) y una canción que te vuela el cerquillo.