Closet vuelve por una única vez a retomar las riendas de la fiesta

Closet

Kristel Latecki

Para los que a fines del 2000, en pleno cenit de popularidad del rock uruguayo, estábamos buscando un oasis pop para divertirse y bailar despojada y despreocupadamente, Closet era una de las más seguras opciones. 

Su marca registrada eran canciones pop con filo rockero y en inglés, el baile que éstas comandaban, un cuidado por el diseño y una puesta estética que tenía poca y nada relación con lo que estaba sucediendo arriba de los escenarios locales. Una combinación atrayente de glamour y descaro, y un poco de ganas de incomodar a una audiencia acostumbrada a las propuestas hipermasculinas, serias y demasiado conscientes de sí mismas. 

Era un grupo que derrochaba personalidad. Sus dos voces, Camila Sapin y Germán “Negro” Pérez se encargaban de subir la energía y hacer la fiesta, sobre la guitarra y programaciones de Charly Servetto, el bajo groovero de Patricia Iccardi y la sólida batería de Flavio Galmarini. Hicieron lo suyo tanto en La Trastienda como en la Fiesta de la X o el Pilsen Rock. 

Closet editó en 2007 Dildo, su primer EP, que en cinco tracks ofrecía un pop electrónico puro y duro, que movía cualquier pista (con el hit seguro Rolling Your Castle) y daba a su vez un vistazo del perfil más rockero del quinteto con una versión de Know Your Enemy de Rage Against The Machine.   

Le siguió el EP de remixes Nociones utilitarias del amor (2008), pero su siguiente disco, Lengua (2010), la guitarra acústica tuvo una mayor participación y las secuencias se disminuyeron, mostrando un perfil más cancionero y pop, con guitarras funkeras o momentos más rockeros. El tema Pou es el puente entre ambos trabajos, con su batería firme e impulso bailable, mientras que Sleepless Night, con su riff a lo Personal Jesus en acústica, enreda el oído.

Después de otro disco de remixes, el grupo continuó tocando pero comenzó a disminuir su actividad gradualmente. En 2014 Closet dio su último aliento con Trampas, un EP de tres canciones en español, con la voz de Camila en primer plano y un mayor peso emotivo. Para ese entonces solo ella y Charly quedaban de la formación oficial. 

Al poco tiempo Closet se disolvió definitivamente y cada músico siguió por su cuenta. Camila continuó cantando como solista, además de conformar el cuarteto vocal La Otra; Germán; por su parte, es miembro de la banda Ataque Chino; Flavio toca en un sinfín de proyectos, desde Los Hermanos Láser a La Teja Pride, Los Buenos Modales y Eli Almic; Charly fue padre y tiene un estudio de grabación; y Patricia, por su parte, se dedicó al rubro audiovisual y abandonó el bajo.

Esto fue hasta ahora, que a los organizadores de la fiesta Brookl&n, que se realizará el 3 de noviembre en el Velódromo Municipal, se les ocurrió que podría ser el lugar ideal para que Closet volviera por una sola noche. Y todos aceptaron. 

¿Cómo recibieron la propuesta de volver?
Camila. No es que volvemos. La idea es tocar para este show. No fue nada planeado ni mucho menos, fue súper espontáneo y eso lo hace más lindo.
Charly. No sabemos qué va a pasar después tampoco. Por eso “regreso” es una palabra que queda rara. Pero se dieron las condiciones. Mati tiró el anzuelo y nadie dijo que no. Todos preguntamos cuánta plata hay (risas). No, mentira.
Camila. Cuando nos dijeron que nos pagaban un millón de dólares a cada uno, ahí dijimos “está bien”. 
Flavio. Yo pienso comprar una isla chiquita, y hacer rehabilitación ahí. Porque la noche que vuelve Closet, obviamente vamos a terminar todos muertos. Si vuelve Closet vuelve todo (risas). 
Charly. Capaz que le erro, pero me parece que lo que nunca hubo en la separación fue una mala onda, de esas recalcitrantes que te dejan limado para toda la vida. Cuando pintó abrirse nos abrimos, y ahora que pintó volver hay tremendo cariño. Es verdad, más allá de las ganas de hacerlo, el clima es de buena onda. Sino sería un bodrio. Porque es mentira lo de Flavio, no se va a comprar una isla. 
Camila. Ya desde el primer ensayo, a mí al menos, me vino un flashback, ¿entendés? Era lo mismo. 
Charly. Sí, seguíamos sin saber los temas. 
Camila. Seguíamos haciendo todo mal (risas).

¿Cómo fue encontrarse de nuevo con las canciones?
Flavio. Hicimos una gran limpieza. Agarramos los temas e hicimos un laburito de reactualización de la cosas, para pelar un sonido con el cual podamos sentirnos más cómodos ahora.

¿Una modernización?
Flavio. Una readaptación. Vimos lo que estábamos tocando, qué instrumentos teníamos nuevos, y buscamos un sonido que saliera de la banda y no de lo que era antes, de las pistas y las secuencias. Estaba todo muy cargado, eran un integrante más de la banda las secuencias. Y ahora dejamos las sutilezas que estaban buenas y tratamos de que lo demás venga de nosotros tocando.
Charly. Buscamos lograr el mismo nivel de energía y todo, sin que haya una pista guiando y atormentándote. 
Flavio. Igual tuvimos algunas cuestiones. Como por ejemplo: ¿cómo vamos a salir a la cancha? ¿Qué onda? Porque a mí ya las calcitas esas ya no me entran. Tampoco vamos a tener los abdominales del primer EP. Todo no se puede, vamos a estar ahí en un termino medio (risas).
Camila. Pero, ¿cómo nos reencontramos con las canciones? Bien. Yo por ejemplo me asombré de lo que me acordaba. No de todo, hay canciones de las que no me acordaba nada. Es que lo tenés tan metido allá adentro que es rascar un poquito y aparece. No sabía que iba a pasar eso, pensé que iba a tener que aprenderme todo de vuelta. 

A la hora del primer ensayo, ¿armaron ya un setlist para el show o picaron canciones?
Camila. No, pensamos los temas.
Flavio. En las primeras dos reuniones que tuvimos no tocamos un instrumento. Tomamos cerveza, hicimos nostalgia de YouTube, empezamos a ver los videos. Pusimos toques en vivo y grabaciones que teníamos guardadas. Charly peló su disco duro y los DVDs. Nos llenamos de amor y elegimos lo que creemos que es lo mejor. Hay canciones que ni siquiera están en los discos, pero estábamos re acostumbrados a tocar. Y de alguna manera, lo que está bueno revivir es eso, capaz que no tanto las canciones en sí sino la experiencia del show en vivo.

Quedó colgado el tema de la vestimenta, ¿eso ya lo tienen pensado?
Charly. No, pero igual es saludable no arrancar por ahí y arrancar por la música. Pero no es algo que alguien no haya dicho, “¿y qué vamos a hacer? No nos estamos ocupando a full, pero sí.

Claro, porque todo esto es parte fundamental de Closet, es algo que van a tener que prestar atención.
Charly. Sí, algo vamos a resolver. Pero al igual que estamos haciendo una limpieza a nivel sonoro para llegar más cómodos, también va a haber una limpieza a nivel estético para llegar más cómodos. Sí hay una apuesta estética que tiene que mantenerse porque nos gusta a todos, pero seguramente no va a ir por el mismo camino que fue en algún momento. Por una cuestión que tiene que ver con lo que somos ahora. Somos gente más grande con otros intereses y otras cosas. 
Flavio. Pero no necesariamente significa que hoy por ser más grandes vayamos a salir a tocar de jogging, porque siempre estuvimos en contra de eso. Me parece que vamos a buscar una manera de lograr un impacto, pero tampoco esperen que sigamos la misma línea que trabajamos antes, porque no somos eso hoy en día.

Es un Closet más maduro.
Flavio. Ojalá que sí. Es real que estamos más viejos.
Charly. Ya seríamos un ropero viejo. 

Siguiendo el tema de la estética, en su momento cuando les hacían entrevistas o se comentaba sobre Closet en la prensa, siento que la conversación siempre se trancaba en lo estético: que se vestían raro y por ahí quedaba la cosa. No sé si es porque se quedaban anonadados con tanta información visual, o capaz que era por el contexto de rock uruguayo, Pilsen Rock.
Camila. Era el momento creo. Porque no habían muchas bandas que se lookearan. Closet, Cursi y no sé, alguna más. 
Flavio. Nos llegaron a comparar con Miranda! o Dani Umpi, cosas más extravagantes.
Camila. No tenía que ver una cosa con la otra.
Flavio. Pero creo que es algo como decís, súper contextual. Porque la gente nunca se escandaliza con un outfit de carnaval. O sea, nosotros subíamos al escenario re coloridos y era un escándalo. Y en realidad, nosotros nunca pensamos escandalizar ni generar nada. 
Charly. Un poquito sí.
Flavio. Pero no queríamos que eso fuera el centro de la propuesta.
Camila. No era el centro, pero para los que lo veían les llamaba bastante la atención eso. Te gustara o no lo mirabas. Si estábamos en un festival la gente nos miraba, como en el Pilsen Rock. Nos gritaban de todo, pero igual llamabas la atención de esos tipos. Te estaban mirando, no estaban tomándose el vino en otra. Yo tenía un traje de látex negro, el Negro con una moñita en el cuello, torso desnudo y pantalón blanco, Flavio tenía una calza.

Flavio. Estaba bueno. Sí hay que entender que nosotros hacíamos una búsqueda para generar una diferencia visual arriba del escenario. Nace un poco como una proclama en contra de eso. Nosotros vivimos en la época del auge del rock uruguayo donde era lo más normal ver a tus amigos con la riñonera tocando. Era como ir a un ensayo. Había 20 mil bandas, y toda la escena estaba muy chata. Todas las bandas sonaban iguales, se veían iguales. Bueno, rompamos un poco los huevos, molestemos. Pero nunca fue que priorizáramos lo estético frente a lo musical. La música se la tenía que bancar. Hacíamos cosas que nada que ver. Charly, que es la persona más buena del planeta, lo ves así, padre de familia divino, de repente hacía un quiebre con Rage Against The Machine en el medio del show, que hacía que dijeran “ah bueno, estos pibes no son tan pop como pensábamos”. La gente que prejuiciosamente al principio decían “qué hacen estos pibes todos disfrazados”, si se quedaba a ver, la música los iba a terminar ganando y se iban a contagiar del espíritu. Pudimos de alguna manera romper esa barrera.
Charly. También se ven como universos separados cuando en realidad lo importante es la experiencia estética global. No es que te vestías así y tocabas folklore entrerriano. Había un vinculo, estaban atados esos mundos. Lo que pasa es que es cierto que acá verlo así como que chocaba. Pero lo hicieron todos toda la vida. Ponés un disco de Bowie o de cualquiera y ves que eso estaba hecho hace 50 años.

Creo que acá lo que pasaba es que no se lo entendía es como una fantasía puesta sobre el escenario. Acá la gente, como decían, estaba acostumbrada a ver a los amigos ahí arriba.
Camila. En Uruguay cuesta más eso. Nos gritaban “qué te crees”, “creídos”, hasta “chetos”. La típica. 
Flavio. Pero era una fantasía que vendíamos también. Mucha gente se pensaba que bajamos del escenario y nos subíamos a la Ferrari. Y no era así. Salíamos del toque, nos sacábamos el maquillaje y tenía que tomarme un bondi para casa. Eso había que entenderlo, que era todo un juego. Y mucha gente se comió la pastilla salado.
Charly. Y era la convicción de que estaba bueno hacerlo, ¿no? No lo hacíamos porque teníamos plata. Todo lo contrario.
Camila. Claro, éramos una súper cooperativa. Todo el mundo laburando de onda, maquilladores, peluqueros, estilistas, los que hacían la ropa. Todo el mundo siempre estuvo metiendo huevo.
Flavio. Estaban todos comprometidos con la causa de generar un quiebre con todo lo que estaba pasando en el momento. Había mucha gente que realmente le parecía copada la idea de romper con la estructura. Si no hubiese sido por todos los que donaron su tiempo y su talento no hubiésemos logrado nada. 

¿Cuál sienten que fue la marca que dejó Closet en ese momento contextual de la música uruguaya?
Camila. ¿Dejamos marca?
Charly. Lo primero que hay que decir que en el fondo no pasó nada (risas). Lo máximo fue que algún colega amigo te dijera algo lindo. Después de eso no hay más nada.
Camila. Fueron más las experiencias que a nosotros nos dejaron marca. Con pocos meses de banda estábamos tocando en la Fiesta de la X. Íbamos a tocar después de Dani Umpi y terminamos tocando antes. Teníamos a todo el publico de Dani, no sé cuántos miles de personas mirando. Se tuvieron que morfar nuestro show y se quedaron re copados. Y eso te hace, está de más. Agarramos justamente esa época que había muchos festivales de música, muchos festivales del rock y tocábamos en escenarios que estaban buenísimos. 
Flavio. Closet tuvo mucho apoyo de la comunidad gay también. Era un momento en el que estaba agarrando mucha fuerza, se dieron las primeras marchas de la diversidad que estaban polentas, y nos invitaban a tocar. Ahí de alguna manera éramos parte de una movida que antes no existía. Y mucha gente, muchas bandas después se animaron a ser un poco más jugados. No tener que ser tan uruguayos y poder jugar más con la imaginación y probar cosas. De repente veías que las bandas empezaban a jugar más con la escenografía, o con las visuales. Capaz que no con el vestuario, pero yo creo que las bandas que nos vieron, muchas empezaron a tener interés por esos otros aspectos más allá del ensayar y tocar. Capaz que ahí sí aportamos un granito de arena. 

Y como decían, más allá de toda la puesta en escena tenían un buen nivel de profesionalización, se preocupaban por sonar bien en cualquier escenario, tenían sonidista, tenían un montón de gente que los ayudaba hasta en la comunicación.
Flavio. Estaba todo sobredimensionado en un momento. Vos entrabas al backstage de la banda y había más gente adentro que afuera. Closet tenía un equipo y había gente concentrada en el diseño, que justo en ese momento estaba súper polenteado eso. Tuvimos un apoyo visual gigante. Un afiche de Closet en la calle lo veías, era colorido, se destacaba. Pero toda esa sobredimensión que había, la parafernalia y el color, el glamour y la brillantina, fueron también lo que mató un poco la cosa. Todo eso era muy difícil de sostener. Sobre todo para una banda medio pelo de Uruguay, de pibes de clase media. No teníamos la banca suficiente, no vino nunca una marca y dijo “tomen chicos, destrúyanla”. 
Por eso está bueno reencontrarse desde otro lado. Sin todo lo otro que había, juntarnos, tocar y ver qué pasa. 
Charly. El tema de la nostalgia es re lindo y nos cagamos de la risa. Pero también hay que poner un punto. Esta juntada solo tiene valor si el 3 de noviembre pasa algo copado. Sino me tomo una cerveza y pongo videítos de YouTube, me acuerdo y me gozo. Pero lo cierto es hoy Closet no cuenta con todo eso. Tratamos de tomar esa energía, ver si se puede reconfigurar y hacer algo hoy con eso. No quiero ser cortamambo, pero algo que odio de las bandas que vuelven es que estén hablando de las glorias pasadas. Nosotros tuvimos nuestro disfrute personal que a la gente no le importa un cuerno. 

Volviendo entonces al hoy, ¿cómo creen que será recibido el show de Closet en la Brookl&n? ¿Sienten que ahora sería un buen momento para que el público entendiera la propuesta que tenía la banda?
Charly. Sí, puede ser que sí. Pero también todos cambiamos y no estamos en modo composición/producción. Estamos en modo “pah que divertido, vamos a hacer esto”. Nada más. Entonces ni siquiera lo planteamos. Porque incluso nosotros si tuviéramos que componer no haríamos lo que hicieron antes esos jóvenes en el 2004. Capaz que ahora hay menos prejuicios en algunas cosas, pero también en algún punto es peor momento, porque significaría que ahora está normalizado.   
Camila. En el momento llamábamos la atención y nos contrataban por eso. Porque era raro, era distinto, cantábamos en inglés. Ahora capaz que no seríamos la única banda.
Flavio. Capaz que lo que puede pasar es que el público que nos iba a ver a nosotros de nuestra misma generación está un poco más grande, está menos salidora, y va a salir para ver eso.
Charly. Tipo noche de la nostalgia (risas).
Flavio. Pero también hay un público que es mucho más joven que va a estar ahí en la Brookl&n, que es el público de la fiesta, que está mucho más conectado con las tecnologías y que escucha más música rara. Entonces me parece que por ahí no quedaremos tan desconectados con lo que están escuchando. Ahora la gente puede de alguna manera llegar a entender de dónde venía Closet, porque hay más bandas con las que podríamos tener afinidad estilística. 
Camila. Y más que nada queremos disfrutar nosotros. Gozarnos y que la gente se goce. 
Flavio. Yo ya lo dije al principio. No tengo muchas pretensiones: una isla chiquita. 

 

En la Brookl&n los acompañarán Los Buenos Modales, y los DJs Romolo Disco desde Brasil, Raca, Imanol, Pan y Alá. Las entradas están a la venta en Red Tickets a $400. Toda la información acá.