Fotos: A. Persichetti
Kristel Latecki
Hace varios años Lucía Ferreira cantaba en los ómnibus Mercedes Benz de Janis Joplin. Ahora es la potente voz que le hace el contrapunto a Tabaré Rivero en la banda que lleva su nombre.
En el medio, por supuesto, pasaron muchas cosas. Comenzó a cantar desde niña, pasó de coros y murgas a bares, donde interpretaba desde los 15 años canciones de artistas desde Fito Páez a Cássia Eller. El canto siempre se le dio natural, lo que tuvo que trabajar para conseguir fue la confianza como compositora y en sí misma.
Esto, según cuenta, fue sucediendo show a show, y tuvo un momento de quiebre la noche que decidió mostrar por primera vez sus canciones al público. El segundo gran quiebre fue cuando ingresó a La Tabaré en 2014, y desde entonces no ha parado de crecer, mejorar y de abrir nuevas puertas: además de presentarse como solista y junto a la banda, Lucía ha tocado junto a la Banda Sinfónica, con un repertorio que homenajeó a la bossa nova. “No hay que limitarse nunca, porque te pueden pasar cosas maravillosas”, dice con conocimiento de causa.
Ahora con La Tabaré presentarán Blues de los esclavos de ahora, el nuevo disco de la banda y el primero donde participa desde su gestación. El show será el viernes en Sala de Museo y contará con invitados, “algunos que nunca tocaron y otros que sí. Y uno que hace mucho que no canta con la banda”, adelanta Lucía.
Con esta presentación como excusa, la cantante cuenta sobre sus comienzos y sobre la emoción que sintió participando de este nuevo trabajo de La Tabaré.
¿Qué significa el canto para vos? ¿Qué simboliza?
Lo que siento es que es una conexión conmigo y con los demás también. Es una instancia bastante espiritual, y es una manera también muy honesta de comunicarse. Porque siempre nos comunicamos desde cierto personaje, ¿no? O cierta barrera, condicionamientos o prejuicios, no sé. Yo por lo menos cuando canto, el desafío más grande que tengo es poder comunicarme de la manera más genuina posible. Eso para mí es cantar: es conectarme conmigo y poder manifestar lo mejor de mí a través de eso.
Cantabas desde muy chiquita. ¿Cuándo te diste cuenta que tenías es poder adentro que lo podías usar precisamente para poder conectarte con la gente?
No sé. Yo no me daba cuenta por ejemplo de que cantaba bien. No era para mí algo de lo que tuviera mucha conciencia al respecto. Me gustaba hacerlo, lo necesitaba. En la escuela siempre que surgía un solo cantaba yo. Alguna vez fui a castings y me anoté en concursos. Era una necesidad, y mis padres me daban para adelante.
Sí me doy cuenta ahora más de grande de otras capacidades más allá de cantar, que tienen que ver con la creatividad, o con el no limitarme en nada. Ir para adelante. Pero el cantar fue tan natural en mí que no noto un momento.
¿Te acordás de tu primera composición?
En realidad no la recuerdo ahora, pero tiene que haber sido en la adolescencia temprana. A los 13 años, por ahí. Yo era muy de canalizar escribiendo, era una adolescente que sufría muchísimo, muchísimo. Me sentía muy incomprendida por todos, nada tenía sentido para mí. Entonces ahí ya escribía muchas cosas. Quizás formalmente no eran canciones, pero sé que ya escribía cosas con intención. Inventaba músicas y melodías. Después sí a los 20 años hice el primer tema.