Kristel Latecki
Antes de fundar Solitario Juan, Diego Martínez tenía cierta experiencia en esto de los boliches de rock, pero del otro lado del mostrador. “Había escuchado varias veces eso de que cuando pasabas de un lado al otro se terminaba la joda. Sigo intentando que sea algo divertido, pero ya entendí la diferencia”, cuenta.
El nombre llegó antes que el bar mismo. Escuchando Pappo a diario supo que su boliche se iba a llamar Solitario Juan, mientras que su espíritu rockero fue heredado de su propia experiencia coordinando fechas en otros lugares y su círculo de amistades.
No recuerda cuál fue su primer show, pero sí el primero en agotar. Fue Franny Glass, que en ese momento era además vecino del bar. “Hicimos agua por todos lados, y poco a poco empecé a intentar profesionalizar algo que hasta el momento era un hobby”, dice Diego.
El Solitario fue creciendo hasta hoy ser uno de los bastiones de la música uruguaya, un espacio para las bandas emergentes y un lugar que ha servido de cuna para varios de los proyectos más interesantes de la escena.
Uno de ellos fue Matías Singer, amigo de Diego y presente desde la fundación del bar. Como algunos de los miembros de Oro, estuvo detrás de la barra y del otro lado, tocando con Matías Cantante y los Extraterrestres y luego con Los Nuevos Creyentes.
“Fue importante para mí. Fue la primera vez que trabajé con mis amigos y para algo que me gustaba, también la primera vez que sentí pertenencia por un lugar”, cuenta Matías. “Y para las bandas también fue importante. De repente teníamos un lugar donde podíamos tocar cuando quisiéramos. Además de las miles de cosas que me pasaron ahí y de la gente que conocí, o con quienes profundicé una relación”.
Pedro Dalton y Marcelo Fernández crearon Los Búhos luego de tocar varias noches como 2 Daltons en el Solitario. Su presencia es una de las fijas de la agenda del bar y sistemáticamente agotan las entradas. Cuál fue su primera fecha no recuerda; “la verdad es que fueron tantos y siempre tan intensos que se me mezclan las fechas”, dice. “Paso prácticamente una o dos veces al mes por ese escenario. Hay una entrañable relación con Diego y la tripulación del boliche que hace muy placentera la estadía”.
Para Matías es el único lugar de Montevideo donde puede tocar cualquier banda. “No importa el estilo o si llevás mucha o poca gente, si es tu primer toque, o si tenés mucha o poca onda, vas a poder tocar”, afirma. “Sigue siendo el bar con más propuestas de música en vivo por semana. Es un gran semillero de bandas. En unos años asumo va a quedar comprobado cuando algunas semillas se hagan árboles. Lo que ya es un hecho comprobable es que todos los bares con música en vivo cierran, pero el Soli hace lo que sea necesario para seguir andando, y sigue”.
Por eso, su aniversario siempre es un motivo de celebración, y desde su tercer año lo hacen a lo grande. Y este viernes en la Sala del Museo ofrecerán una verdadera fiesta con los amigos de la casa.