Foto: Sebastián Santana
Kristel Latecki
Lo que en principio fue una excusa para juntarse a tocar, compartir canciones y experiencias, al poco tiempo se transformó en un verdadero trío musical; uno que se propuso compartir las tareas compositivas y líricas hasta que los límites entre las ideas de uno y otro se desdibujaran y crearan una voz única.
Con su segundo disco -el primero con composiciones firmadas por del trío-, El Astillero logró su cometido, y creó un conjunto de canciones que reúnen inquietudes, opiniones y sensaciones que intercambiaron durante largas horas de charla. Pero que también representan la superación de ansiedades y desafíos propios y compartidos.
Antes de la presentación oficial de Cruzar la noche en La Trastienda, hablamos sobre todo esto con Diego Presa, Garo Arakelian y Gonzalo Deniz, en una extensa charla de bar.
Luego de su primer disco de versiones llegó el turno de abrirse y comenzar a compartir el trabajo de composición, en algunos casos por primera vez. ¿Cómo fue ese ejercicio?
Gonzalo Deniz: Creo que fue uno de los mayores desafíos de esta etapa de El Astillero. Porque requería de mucha confianza en nosotros y justamente, entregar algo incompleto o mostrar cosas que capaz que no nos convencían del todo. En lo personal eso me cuesta mucho, pero para que detrás de las canciones estuviéramos los tres -que estuviese la identidad de El Astillero-, desde el primer impulso teníamos que empezar a trabajar juntos.
Si bien el proceso fue bien desordenado y no hubo un método para componer, sí en las canciones terminadas encontramos que hay cosas de los tres en cada una, con una importancia en el arreglo. El arreglo de la canción es tan importante como la melodía, como la letra. Al menos ese es mi punto de vista. En este proceso cobró una importancia muy grande.
Capaz que eso en el primer disco era evidente porque se trató de versiones de canciones que ya conocíamos. Pero también, escuchando este disco se nota ese cuidado en el arreglo. Hay detalles y vueltas que se lucen y que me imagino tomaron trabajo y tiempo.
Garo Arakelian: Sí. Viste que hay un concepto que dicta que forma y contenido son cosas que están disociadas. En general se le enseña a la gente que están disociadas y si están conectadas es por una intención. Por ejemplo, en los Sex Pistols forma y contenido tenés que descubrir cuál es cuál. Y eso es algo que también pasa en el mundo de las versiones: se trabaja mucho en lo formal y el contenido crea prácticamente atomizado a niveles imperceptibles.
Acá creo que parte de lo que se refiere Gonzalo es que el valor que le dimos a lo formal termina siendo parte del interior de la canción. Está incluso diseñada por los aspectos que se reconocen como los externos, los formales: la cáscara o el envoltorio. Trabajamos muchísimo en eso, con la confianza de que había muchísimo para decir en la melodía, con las voces, con las letras, con la poesía.
Diego Presa: Tiene que ver con que es un trío de autores intérpretes. Y creo que lo que buscamos también de alguna forma fue jerarquizar ambos aspectos de nuestros roles dentro del trío. Y eso que decía Gonzalo de la confianza; creo que de alguna manera el terreno se abonó en esos primeros ensayos, las primeras juntadas, donde enseguida hubo una conexión y justamente un terreno fértil para que ese siguiente paso fuera componer juntos. Nos dimos cuenta muy tempranamente que podía haber una puerta abierta para eso.
GA: Personalmente lo viví como una oportunidad. ¿Cuándo en tu vida vas a presentar una idea para una canción y quedarte medianamente tranquilo de que va a transcurrir dignamente? O una parte, o un arreglo, o una letra sin música. También fue una oportunidad que tiene un aspecto difícil, que es el de compartir la interioridad, la intimidad y todo eso. Pero fue la oportunidad al menos para mí, de en lugar de resolver todo como siempre, encontrar un terreno donde poner una parte y no el todo.
GD: Y también hay una responsabilidad. Los otros dos integrantes presentan una idea y vos decís “bueno, ahora yo tengo que ser mejor de lo que soy habitualmente para completar esto”. (Risas)
GA: Hablamos mucho también. Tuvimos mucha conversación que no era chuco. Porque está el gran peligro de perderte en disertaciones artísticas. Hablamos mucho de cosas conceptuales, sobre figuras simbólicas. De cómo poder trabajar o decir elípticamente muchas cosas que no queríamos decir de manera directa. Todas las canciones las empezamos a parar en esas charlas. ¿No?
GD: Sí, tuvo diferentes instancias. Pero sobre todo durante un par de semanas de enero de 2018 y sobre todo en la casa de Garo, nos dimos cuenta que el disco había avanzado un montón. Si a todos los demás aspectos del proceso le sacás esas dos semanas le faltaría el esqueleto.
GA: Sí, nos emocionamos ahí. Vimos las partes por primera vez juntas. Porque lo que teníamos era básicamente lo mismo, pero solamente el hecho de verlas juntas le dio una vida, lo vimos como un ente. Lo vimos como un probable disco. Todo lo demás eran canciones.
GD: Fue como el eureka.