2019 en PiiiLA: Disco del Año es para Alucinaciones en Familia

Kristel Latecki

La Comercial hace rato que terminó su jornada laboral. No hay autos, ni gente, ni ruidos. Solo la noche en el barrio y un esporádico transeúnte.

Desde afuera la casa luce como lo que solía ser: una oficina común y corriente. Pero al acercarse salta a la vista un pegotín gastado ubicado sobre el cerrojo de su reja, como indicando el cambio de firma. Ahora es la casa de Pau O’Bianchi y la sala de ensayo donde Alucinaciones en Familia se prepara para sus próximos shows, los primeros tras la salida de su segundo disco. 

Desde la vereda no se escuchaba nada, pero al atravesar la reja y la puerta se ingresó en un mundo sonoro ensamblado por un caos de cables, instrumentos, colchones apoyados sobre las paredes, luces de Navidad y hasta un Premio Graffiti a Mejor álbum indie de 2017 abollado en un rincón. 

La banda repasa sus temas más nuevos, y mecha algunos de su disco debut. Los primeros fueron transitados con cautela. Los detalles fueron corregidos, los finales anárquicos fueron en realidad cuidados. Sin embargo, los ya conocidos adquirieron una velocidad y fervor extra. Y un espíritu casi celebratorio. 

El ensayo tenía que terminar sobre las 21:30 por acuerdo con los vecinos, pero el tiempo daba para hacer una segunda vuelta, no sin antes hacer un breve descanso para pasar cervezas y discutir sobre la llegada a Buenos Aires. Alucinaciones ya tiene cancha en la capital argentina, así que las preocupaciones versaron sobre horarios de llegada y el transporte de los mil y un instrumentos. 

Los cuatro años que siguieron al debut fueron de tocar intensamente, tanto en Uruguay como en Argentina y Brasil. En el medio la banda se tuvo que reformular tras un cambio de formación: Fabrizio Rossi que entró tras haber oficiado como productor del primer disco, volvió a ese rol luego de la grabación del segundo; se fue Lucas Meyer y entró Leandro Dansillo. 

“Después del primer disco hablábamos un poco sobre qué hacer ahora y nos pusimos a componer canciones”, cuenta Pau. “Habríamos hecho como 30 que las grabamos en dos tandas. Nos pusimos la meta –o el deseo más que nada– de hacer un disco diferente al primero. Pasaron muchas cosas en estos cuatro años. Por un lado salió el disco y tuvo re linda repercusión, se acercó un montón de gente, y algo que agradezco hoy con el diario del lunes es la postura que tomamos de autoexigirnos y no sacar un disco más sobre la marcha. Calmar ansiedades de los otros y de nosotros mismos. Y que llevara el tiempo que llevara, mientras nos gustara a nosotros y nos conmoviera”. 

De las 30 primero quedaron 12, después 10 y finalmente las 7 que aparecen en Alucinaciones en Familia II. Las que sobrevivieron el proceso marcaron la identidad del disco y lo cerraron como unidad significante.  

Pau define a este disco como “más denso, más cargado y más esquizofrénico” que el anterior. Tras la grabación (que se hizo en partes y muchos instrumentos fueron grabados por los propios músicos en sus casas), en el estudio armaba y desarmaba el tema, agregaba capas y capas. Pero las decisiones las tomaban entre los ocho, por eso la producción está firmada por la banda. “Cuando todos decimos: ‘bo, esto está increíble, nos re copa’, se imprime. Pero mientras alguno le encuentre alguna vuelta o hasta que no nos convenza a todos, preferimos dejar el tema afuera. De repente queda para otro disco o para toques en vivo”.

Este es un álbum que crea el espacio para que cada uno de sus tantos instrumentos tenga su momento de protagonismo, y para que se generen sutiles y breves diálogos entre sí. Juntos construyen vaivenes instrumentales que envuelven como espiral, haciendo que la mirada siempre termine hacia adentro. 

Su melodía más bella puede tirarse al vacío generando un estruendo distorsionado que se da contra piedras y ramas hasta caer parada, triunfal y perfecta. O salir flotando por las nubes, y deambular agraciadamente hasta disolverse en el éter. Esos abruptos cambios de dinámica –que pueden llegar a ensordecer al que viene con el volumen al palo–, golpean como piña y aportan esa suerte de fealdad punk a la tersa belleza de su pop.  

 

Tal vez por expectativas personales esperaba un disco más pesado, más rockero. Y no es eso, sino que es más tranquilo, para escuchar y meterte adentro de cada canción. ¿Eso fue buscado?
Sí, queríamos seguir manteniendo la unidad entre las canciones y un relato continuo. No sé si relato, pero sí linealidad. El relato después cada uno se lo hace. Y fue un descubrimiento también, porque al haber compuesto muchos temas podríamos haber agarrado para otros lados. Podríamos haber hecho un disco más rockero o de baladas para adentro. Podríamos haber pulido diferentes perfiles. Pero a medida fue pasando el tiempo fuimos descubriendo este perfil. Quedaron las canciones que más se bancaron esa temporalidad, que no nos aburrieron; eso es un valor importante. Mal o bien fueron cuatro años y hasta a mí me sorprende que haya pasado tanto tiempo y todavía pueda escuchar el disco. Le dimos prioridad al tiempo, y que nos dijera cuáles son las canciones que nos gustan más tocar, las que nos interesa seguir laburando. Y quedaron estas que nos dejaron re contentos.

¿Este mood más tranquilo funciona en contraposición con el anterior?
A mí me cuesta ver la diferencia entre uno y otro en cuanto a estados de ánimo. También porque sigo muy ensimismado en este disco, todavía estoy en esa cápsula. Me cuesta un poco ver eso, supongo que después voy a tener la foto más clara. Muchos amigos y amigas me han dicho que es más oscuro, cosa que me ha sorprendido pero lo entiendo, porque es mucho más denso. Más denso emocionalmente. Es mucho más emocional que el anterior, y eso que ya era emocional.

El primero era catártico, este es más “estoy con esto que me pesa”.
Sí, hay una inestabilidad constante. Es más inestable que el primero. Por decirlo de alguna manera, en el primero el loco estaba más reflexivo, y este está en modo “dame alegría o pozo depresivo absoluto”.

Cuando vos esperás que explote una canción o vaya a un estribillo mega pop, decae. Eso es lo inestable.
Sí, es más intrincado. Muchos me dijeron que es más "difícil" que el primero. 

Capaz que tiene que ver con el hecho de que te tenés que sentar a escucharlo y prestarle atención.
Es que hay más capas y tenés que estar más atento. El otro lo podés tener de fondo.

Me pasó con 300 besos –que es un tema que quiero entrarle luego en profundidad–, que lo escuchás y es un tema que pasa. Pero en el momento que te sentás es escucharlo realmente lo entendés. Esa es la diferencia creo, escuchás Parodista! y lo entendés enseguida.
Sí, tiene la velocidad de ahora, tiene la velocidad del scroll el disco. Imaginate, estamos todo el día scrolleando y nuestra percepción se re acomoda esa velocidad. Y el disco todo el tiempo te está dando data nueva, no es la misma data repitiéndose. El otro tiene eso de ser más lento en lectura. Este te exige más atención, más de ardilla loca (Risas).

Me sorprendió en eso, en lo inesperado que se tornaba cada parte. De escuchar una guitarra de un lado, de otro otra que le hace de respuesta, los diferentes teclados, los ruidos. 
Es mucha información condensada, y mucha información no solo en el arreglo sino en esto que estamos hablando: información emocional. En una canción está el loco recontra para arriba y de repente entra un paisaje medio oscuro, turbio, y devuelta p’arriba. Tiene ese zapping emocional mucho más exacerbado. El primero de última en las canciones sabés si es más triste o más contenta, este como que todas son todo. Insulina es medio reflexiva pero después se pone medio guaranga. En algunos momentos rockea en el medio. Y Jessica ni que hablar. Es una cosa medio popera bailable y a lo último se transforma en algo medio melancólico p’adentro que termina en un noise histérico que revienta todo y manda a cagar. Los crímenes lo mismo. Parece una balada, pero es una balada medio turbia, porque habla de traumas, de violencia. Por eso hay muchos contrapuntos dentro de una misma canción que eso no esta quizás tanto en el primero y esta de más.

Esa suerte de ciclotimia, no le quiero decir histeria, o ansiedad…
O trastorno de personalidad (risas).

Ahí va. ¿Eso responde a que ustedes son mil y cada uno trae su parte?
Creo que puede ser. Ni que hablar que eso influye, que somos muchos y son muchas cabezas y percepciones. Y al mismo tiempo, a mi entender, es un poco lo que nos pasa a todos en esta actualidad. Todos en un día podemos estar recontra depresivos y recontra alegres, es la ansiedad al palo. Y eso de alguna manera es la nafta para que justamente vivas emociones diferentes en un mismo día. En el disco se tradujo de esa manera.

Pero a mí también me pasa que si escucho una canción que tiene dos versos iguales, estribillo, dos versos y estribillo igual, cuando llegó el segundo estribillo ya lo saqué. Por una cuestión mía, que estoy atrapado en este tiempo, en la velocidad del scroll y me cuesta prestar atención a un solo color. Veo el color rojo pero dame otro, este ya lo vi. Y un poco el disco respeta eso. Es cierto que al ser ocho influye, pero al mismo tiempo esos ocho todos los días están pasando por un carnaval carioca de emociones intensas que están zarpadas.

Algo muy Alucinaciones venir en un tono re pop, re feliz y de repente sucede algo que corta con esa dulzura. Puede ser un grito diabólico, una guitarra que te deja sordo. Eso me interesa, ¿de donde viene esa necesidad o impulso?
Me encanta. Me encanta el contrapunto. A veces me gusta hacerlo y a veces no. Pero por lo general me encanta poner dos cosas que parecen total y radicalmente diferentes en un mismo contexto. Obviamente el disco juega muchísimo con eso. 

En Insulina y Jessica por ejemplo.
Sí, exacto. Pero Barcos que tiene 300 partes, que por un lado parece una canción latinezca cachonda, pero el loco está hablando sobre una flaca que tiene pila de problemas y de alguna manera plantea el tema del amor y las diferentes formas. 

Pero los contrapuntos me encantan. Ese tema habla de cierta poligamia, pero por otro lado está dedicada a alguien en especial. Es una interpretación mía, yo no entiendo mucho qué quise escribir o expresar. 
Es la contradicción constante y la tensión contaste, entre esas dos cosas es en lo que estamos. Es lo que hablamos ahora. Yo puedo estar tomándome una birra y después veo una noticia en Twitter y me puedo re quemar y poner re loco, y después veo un perrito y me enternezco (Risas). Es una calesita emocional.

¿El grito es otra de las herramientas que utilizás para ese contrapunto?
Ni que hablar, el grito como herramienta del ruido. En este quizás está más presente el ruido que en el primero. Y también hay mucho más samples, de un coro de niños, de violines, de un carrusel. En Jessica hay unas ollas golpeándose. Son todos samples de videos descargados de YouTube. No fue me que descargue una biblioteca, buscaba en páginas chacales.

Los crímenes me despertó unos violines, pero el de coro de niños ni siquiera lo buscaba para ponerlo en Jessica. Justo estaba mezclando el tema y se me ocurrió ponerlo ahí. Y nos encantó a todos.

Tal vez otra de las sorpresas sea el comentario social en Camposanto de Valentina
¡Increíblemente! Nunca lo pensé, pero es tal cual (Risas). ¡Apareció la critica social en la psicodelia! ¡Parecía que no se llevaban mucho pero sí!

Eso también surgió por ésta época. Es inevitable no contaminarse de esos temas medioambientales, ahora más que nunca. Y no fue muy pensada la letra, en realidad me imaginé eso de alguien que prefería que su pareja o su familiar se muriera ya, antes de que siguiera sufriendo por todo eso de los agrotóxicos. Me la imaginé, no sé por qué, postrada en una cama. 

Y también es algo nuevo para nosotros, poner un escenario así. Tampoco cae en el mensaje directo, sino que retrata la escena. Después vos pensás si estás a favor o en contra de UPM, eso no importa. Más que nada retrata a una loca que está sufriendo y el loco la está cuidando, en esa situación medio de esclavitud de tener que cuidar a alguien. Y después aparece la voz del Fabri que andá a saber de dónde sale, si es la voz de la madre tierra. Ni idea qué puede ser eso, pero apareció esa voz. 

Siempre me gustó en la letra tocar temas sociales, pero no necesariamente bajada de línea o mensaje, sino de describir paisajes. En el otro también está en Drones por Capurro: "Caminando desde Capurro, sobre la estación del tren / Saludo a los vagos que duermen en cunas de papel". Eso también está de manera no poética porque suena horrible, pero más simbólica. 

Pero este tema trata de algo que se está hablando ahora.

Es inevitable. Posta que es inevitable hablar de eso. Por lo menos en mi grupo más cercano. Hasta pirar con el fin del mundo. Y se te escapa, en el sentido de que tu propia creación refleja esa inquietud.

Igual es una canción un poco graciosa.
Sí, aparte también porque pasa eso, no entendés mucho. Hay una frase que me da muchas gracia que fue :“quejándote, en auto volviendo al campo”, me lo imaginé al flaco puteando en una 4x4. No sé, me causó mucha gracia. Es muy estúpido lo que digo, pero sí. Existe mucho absurdo en el disco, en esa canción y en todo.

Es totalmente absurdo. Es absurda la mezcla de los coros angelicales y el grito. El humor es absurdo.
Salado, mucho más que en el primero. No te digo que fuese más serio, pero este respira una cuestión más cínica. Por un lado está lo honesto y por otro lado el cinismo. Soy esto pero me pongo los cuernos y soy Satanás y me cago en toda esta temática. Existe ese doble juego que quizás en el otro no está.

Está en Parodista!.
Y ya esta.

Pasando a otro tema. En 300 besos aparece esta pareja que no se entiende, y en el medio hay un intervalo casi de silencio. Suenan unos gritos lejanos nada más. Y acto seguido la letra explica ese silencio. Porque pertenece a la historia, está entre los personajes. 
(Risas) Sí. 

Ya poner un silencio dentro de la canción es muy punk.
Y también la palabra sola. No es que haya silencio posta sino que dice luego "este silencio". Hay un juego con el vacío. Me gustó eso de decir "este silencio" e igual sonaran cosas. Esa contradicción me gustó. 
Es raro poner un vacío en el medio de una canción, y es raro el tema. Yo tampoco sé muy bien qué significa. Visualizo que habla de una experiencia sexual, esa cosa frustrada. De repente estás con alguien a punto de tener sexo y no coordinás, te confundís, y es re común. Pero en la música siempre se plantea todas esas temáticas en plan canchero, el que levanta, todos la ponemos (Risas). No hay una cosa más confusa.

Es sano plantear estas cosas.
Sí, y por eso me gustaba. Aparte también me parecía algo tan sencillo y tan común que nos pasa a todos, pero que sin embargo resulta tan incómodo. Porque claro, en un momento dice "ella con pene, él con vagina", ¡y la primera vez que cante eso me resultó incómodo! ¡Qué bizarro! Y por otro lado fue, ¿por qué no? Esta incomodidad está buena, vale la pena y de última es un poco también lo que pasa hoy en día. Más que nunca está todo el tema a flor de piel, por decirlo de alguna manera, en cuanto a la amplitud sexual. 
Y me gustaba que tuviera una reminiscencia a Jaime Roos. Más incómodo todavía

¿En qué sentido?
En la cantada. Yo noto una reminiscencia a Jaime y eso me gustó. Era muy incómodo por todos lados. Porque por un lado está eso de Jaime en la cantada, en lo sonoro medio psicodélico y encima habla sobre sexualidad. Obviamente se dice que entre lo genial y lo ridículo la línea es ultra delgada, ¿no? Pero sin embargo, me encantó esa foto. Plantear una cosa psicodélica que tenga algo sexual pero no desde una fortaleza sino desde una vulnerabilidad. Me gustaba que quizás alguien más chico pudiera escuchar eso. Hoy en día más aún, con el tema de la hipervisualización. Todos estamos divinos en las redes, todos cantamos canciones de que somos los reyes y rompemos todo. Que ta, está bien. No digo que este mal. Pero necesito lo otro: ¿qué pasa con los deformes que la pasan mal? Vamo’ arriba. ¿Nadie la pasa mal?  

Como decías, este disco entonces es de una densidad emocional inesperada.
Sí, no pensaba que fuera a quedar tan emocional. Al contrario, pensaba que iba a quedar más entretenido. Porque teníamos más canciones pop o rockeras, hasta teníamos un candombe. Muy particular, ¿no? Muy diferente. Pero no sé si fue por la época en que lo procesamos y desarrollamos, que nos terminaron gustando más los temas emocionales o priorizamos más esa densidad emocional y conflictiva. Lo emocional como conflicto y no algo reconciliador. Que se peleen, que confronte, que esté todo mal, que estén todas las aristas, no solo las encantadoras. 

Igual ta, buscamos siempre la belleza, que es una cosa muy polémica, pero sabemos de los cánones que venimos. Digo la belleza como algo que te conmueve, no importa si es feo estéticamente, es algo que te conmueve. Por ejemplo, a mí siempre me conmueve el punk y considero que tiene una belleza aunque estéticamente sea lo contrario. Todo lo que me conmueve de alguna manera es belleza. Vos decís el odio, que siempre tendemos a eliminarlo, pero siempre está presente. Y de alguna manera hay gente que hace belleza con odio (Risas). Es horrible lo que digo, pero sí.