Pop mirando a la rambla. El disco debut de Zoe Gotusso

Foto: Fausto Elizalde

Foto: Fausto Elizalde

Kristel Latecki

Una vez que Zoe Gotusso resolvió que las canciones que venía juntando finalmente conformaban un disco, el paso siguiente fue venirse a Montevideo. Juan Campodónico fue quien la atrajo hasta aquí, y tras un mes de trabajo –en el cual se recorrió la rambla caminando todos los días y probó las delicias obligatorias­–, el resultado musical suena absolutamente de acá.

Por ahí tiene que ver con la seña de identidad de Campodónico; o por la incorporación de ritmos uruguayos y el talento local que participó; o más bien una sensibilidad que sincronizó a la perfección, uniendo todo esto a su forma de componer la canción pop. Montevideo por la vía cordobesa.

“Me parecía una excelente idea hacer un disco de viaje”, cuenta Zoe desde Buenos Aires. “Me parece que es encerrar un capítulo en un lugar. Las tardes eran uruguayas, las noches eran uruguayas. Yo tengo un cariño con el candombe, con el ritmo uruguayo, con la historia de la música de allá. Aprendí un montón. Y me fue sincero, no lo sentí forzado. No sé si sentiría hoy por ejemplo ir a Estados Unidos a grabar un disco. Me siento más cerca de Brasil, de Uruguay, de ritmos latinos. Quizás para un próximo disco deliro otra cosa. Pero para este disco me gustó hacerlo ahí”.

Zoe se vino con sus canciones y su colaborador y amigo Diego Mema. Y a la grabación se sumaron Hugo Fattoruso, Martín Ibarburu, Gabriel Casacuberta, Nico Arnicho y el mismo Campodónico. “Yo hago canciones pero no produzco mis discos”, afirma la música. “Fui a laburar con alguien que es uruguayo y tiene a Uruguay en la sangre. Entonces se nota, y esa era mi intención. Y me re nutrí. Creo que esa es la palabra: me nutrí mucho y de una manera natural. Porque yo nunca hubiera podido hacer este disco así como suena, no iba a llegar sola ni a palos. Eso habla de una semillita mía que arranca en una idea que nace en mi casa y se transforma en una canción, que fue regada por un montón de músicos con mucha experiencia y ahora siento que es ya un árbol”. 

Si bien este cruce de artistas y la colaboración fueron algo fundamental a la hora de crear el disco (también participaron Santi Celli, Nico Landa y Franco Saglietti de Francisca y Los Exploradores) , en este debut solista fue importante para Zoe ser quien tuviera la última palabra. “Y no es por tirana… o sí”, exclama. “Pero es porque vengo de un dúo, y yo estaba buscando tener la batuta. En este caso el productor era Juan y la batuta la tenía él, pero para mí era re lindo tener ese lugar de tirana (risas). Pero siempre dejaba que me sugiriera y es una persona que sabe muchísimo, tiene mucha más experiencia que yo. Miro atrás y veo esa experiencia que hice para mis 23 años y mi primer disco… ni soñé esto”.

El aire veraniego, la intimidad de la guitarra acústica y la voz, y los toques pop son las pinceladas brillantes de Mi primer día triste, que a pesar de su título lleva una simpatía y una liviandad que quedan impregnadas en la memoria como la letra de cada tema. Aunque su primer corte, Ganas, haya quedado como un himno de la cuarentena. 

“Es una canción que habla de estar bien, llorar, de volver a estar bien. De que todo lo importante es ver películas en la cama. Como que al final se queda con las simples cosas”, explica Zoe. “Y sentía que era re atinada al momento cuarentena. También por eso elegimos hacer un video en casa con mi amigo Sepia. Y el título me parecía lindo para el momento desesperanzador que estábamos viviendo a nivel mundial. Todos teníamos ganas de algo: ganas de salir, de ir al súper, de ir a la playa. Bueno, acá no podíamos hacer nada”. 

Otra de las canciones destacadas del disco es tal vez una de las más uruguayas: La Culpa, un candombe acústico que ya desde su composición tenía el germen del ritmo local. “Aprendí a tocar el candombe bien después de ir al estudio de Juan”, cuenta Zoe. “Por eso también estuvo lindo. Tenía estos candombes para ir a Uruguay y que me enseñen a tocar bien y que lo graben candomberos”. Es una canción que además siente que va dedicada a su ex compañero de Salvapantallas, Santi Celli. “La hice con mucho amor y siento que es para él. Se lo dije y se lo mostré. Y me encantó, tenía cosas que decir”.

Le compite en el podio de uruguayez su versión acústica de Amandote, que solía interpretar en vivo y a capella en los shows de Salvapantallas y por sugerencia de Campodónico volvió a grabar. Por supuesto, tiene el aval del mismísimo Jaime.

El resto de los tracks de Mi primer día triste son gemas pop, destacadas especialmente por su lírica cercana y cotidiana, y que experimentan sin excederse con otros ritmos, como el ya mencionado candombe, o el bossa o incluso la electrónica bajofondera.

Ya para mí fue un juego”, cuenta Zoe sobre ese tema en particular que además lleva el acordeón de Fattoruso. “La hice con un aparatito de ritmos, que no suelo componer ahí. Es una canción distinta para mí, y Juan viendo que me monté ese juego sugirió poner una viola distorsionada con fuzz, que es lo último que soy en la vida. Soy todo lo más suave y dulce, y fijate que esa canción mete todo el ruido. Pero me encanta. Creo que eso es lo más interesante de los discos: cuando las canciones están dialogando y tienen texturas distintas. Tiene una cuota tanguera o bajofondera, pero sigue siendo dulce en algún punto. O Zoe”. 

Como broche final de este capítulo montevideano, Zoe realizó junto a su equipo un pequeño documental de la grabación. En puntos icónicos como la rambla o el rosedal habla sobre la composición y las canciones, y allí devela su objetivo a la hora de escribir: “contar verdades y cantar verdades”. “Eso que dije ni lo pensé, pero es verdad”, afirma con el disco ya en la calle. “Y se me está cumpliendo. Trato de jugar, de decir lo que me pinta. Trato de ser sincera con lo que dejo salir y para eso creo que no hay que pensar mucho a la hora de componer. No se piensa, hay que dejarlo salir”.