Kristel Latecki
Nomusa pedía nacer. Pedía estar sobre el escenario. Lucirse en Instagram. Que hablen de ella. Expresar.
Nomusa es el alter ego de Camila Cardozo, y es ella la que firma y protagoniza su primer LP, seguidor de un EP editado en 2018 bajo el nombre de su cédula. F.A.T.U.M está ambientado en su propio planeta atemporal, donde el artpop y el afrobeat, el hip hop, el jazz y hasta el post punk se mezclan para darle forma a esta figura futurista, atrevida y cuestionadora, que en cada canción tiene algo para decir.
Nomusa es un nombre de origen africano, pero también significa ese deseo de no ser musa de nadie. “Empecé a cuestionar”, cuenta Camila. “Primero me cuestioné como mujer en la música, porque estuve mucho tiempo tocando con varones en jazz. Me molestaba pila que fuera un mundo re masculino, después fui conociendo a mujeres del ambiente”.
Camila siente que vivió ya varias vidas, y la actual se manifiesta así de rica. Es productora (musical y ejecutiva), música y modelo. Estudió actuación, comedia musical, letras, psicología, dirección de arte y ahora crítica de cine en Buenos Aires. Precoz escucha de gangsta rap, comenzó en el mundo del jazz, la teoría musical y el tecnicismo, y se animó a rapear y freestylear recién en 2016 junto al colectivo Prendidas Fuego.
Hay varias Camilas dentro de sí, y Nomusa es una manifestación de ellas: la histriónica, la extrovertida. Una que sirvió de escudo cuando se radicó en Buenos Aires y que se desarrolló hasta ser plasmada en este disco. “Es una entidad en sí misma. De hecho la veo diferente a mí por momentos y me da vergüenza, ¿entendés el level?”, ríe Camila. “Creo que necesitaba hacerlo”, afirma sobre la exteriorización de su alter ego. “Antes he dicho que necesitaba una nueva identidad, y no es así. Esa identidad ya estaba adentro de mí, y necesitaba salir de alguna manera. Mi psicóloga me dijo que lo más estratégico que hice fue crear a Nomusa. Tal cual. Es un laburo fino que requiere terapia, requiere contención y requiere querer sanar, y entender que el personaje es el personaje, y detrás está la persona. No se anulan mutuamente. Ahí depende del psiquismo y del juego”.
Como geminiana, a Camila le interesa el juego. Crear un alter ego parte del costado lúdico de la actuación, y sigue las mismas reglas (o la ausencia de ellas) a la hora de componer.
En su familia, el arte siempre fue parte fundamental. “Mi casa es muy musical. Si yo no estoy tocando está tocando mi padre”, cuenta Camila. De él heredó su afición por la guitarra, la tecnología y la visión del arte. De su madre la poesía, la curiosidad y la sed de conocimiento. “De chica estuve muy estimulada, mis viejos vieron esa veta artística y dijeron: ‘es un desperdicio si no la estimulamos’. Y creo que eso se nota”, cuenta.
Nomusa y su disco combinan todas esos diversos intereses y conocimientos, de forma que la despegan de lo terrenal y la sacan del presente. Nomusa es, según Camila, “extraplanetaria y atemporal”. “Ella es todo, es diosa. Elevadísima. Está despegada en relación al ahora. Eso es lo que tenemos en común, lo que nos une: que yo no estoy en el timing de la época”.
Como disco conceptual, F.A.T.U.M refleja esas ideas del futuro y la búsqueda por trascender. Significa “destino” en latín y evoca el concepto de “destino fatal”. Pero también tiene su pata material, ya que a través de él Camila transitó un duelo.
“Es un disco que sale del dolor, pero todo el proceso de hacerlo me sanó un montón, si no lo hacía estaría mucho peor”, explica Camila. “Buenos Aires fue muy difícil para mí, como para cualquier persona que emigra. Aprendí todo ahí: a vivir sola, a manejarme sola, a estar perdida todo el tiempo. En ese momento estaba atravesando el duelo de una mujer de mi familia. Me subí al Buquebus y lloré todo el viaje en el baño. Aprendí a llorar en público en Buenos Aires. Creo que sané pila con el disco. Sano mucho con la música y la composición. Es algo que necesito, no paro de componer”.