Kristel Latecki
Desde la revolución que fue Prender un Fuego (2018), Marilina Bertoldi adquirió varios títulos: rupturista del status quo musical; defensora de la diversidad; ícono lésbico; “jefa del rock”. Los primeros son los pilares que defiende en cada disco, cada show y cada entrevista que da. Con el último tenía más reparos, hasta ahora.
Mojigata, su cuarto disco, partió de la idea de hacer un disco de rock a su manera (rompiendo y deformándolo todo). Realizado en plena pandemia y por su cuenta, está teñido por la soledad y la depresión que definió para muches a esta época. Sin embargo, aunque explore sus costados más oscuros y cuente con sinceridad sus dilemas, el juego y el humor fueron los recursos utilizados para canalizar y sacar. A veces no queda otra que reírse un poco.
Marilina vuelve este sábado a Montevideo con su nueva banda a la Sala del Museo, su escenario uruguayo más grande hasta ahora. Será, en palabras de la música, un show definido por el toque humano. “Porque realmente show a show la cosa cambia inevitablemente”, cuenta. “Porque uno no es el mismo, porque uno pasa por cosas, porque el contexto es otro. Respondemos mucho al público y las intensidades las marcamos nosotros con nuestro cuerpo. Nos da a nosotros un vértigo que está lindo. Es como zapar en vivo”.
Sobre las referencias noventeras, su humor y las ganas de abrirse al público hablamos con ella.
En Prender un Fuego decidiste realizar la producción, y ahora Mojigata también lo encaraste sola. ¿En qué sentís que se diferenciaron entre sí?
Yo creo que este tiene una diferencia bastante clara respecto a mi actitud. Me pasaba mucho que no me bancaba pensarme sola en ese rol, entonces siempre estaba rodeada de personas que las ponía más como una excusa para no sentir la soledad en todas las decisiones. Pero después quería tomar todas las decisiones. Entonces, me generaba muchos conflictos, como no poder aceptar que yo podía con la con la tarea de producir.
En este justamente yo tenía muy en claro el tipo de producción que quería. Es una que escucho constantemente, conozco las estructuras de este tipo de canciones, de este estilo de rock. Por lo cual dije, “bueno, me mando y compongo ya un disco que pueda producir”. Y efectivamente, después fue solo una cuestión de confianza. Lo más importante al producirse es tener en claro dónde querés ir. Y yo lo tenía más claro que nadie. Entonces pude trabajar en poder transmitirlo correctamente y así sucedió todo. La verdad que excelente.
Has contado que tu marco de referencia era el rock alternativo de los 90, especialmente artistas como Fiona Apple y Sheryl Crow. ¿Eran las que escuchabas en ese momento? ¿Las que te fascinaban, las que te inspiraban desde la adolescencia?
Sí, yo creo que hay algo que pasó en esa época con las artistas, que tenían no solo un sonido sino una actitud muy particular que a mí me encanta. Como muy irreverente en el sentido de que ya sabían que no iban a ser las ídolas de nadie más que de minas, ¿viste? Como que ya eran parte de un nicho. Ya te ponían en ese lugar de «bueno, es el rock para mujeres o esto no es rock”. Por eso siento que ellas fueron mucho más libres en el momento de mandar todo la mierda. Y esa época a mí me vuelve loca, me encanta. Y sí, me marcó.
¿Cómo sentís que lo bajaste a tu sonido o a tu estética o a todas las cosas que querías decir?
No sé. Siento que me quedó medio impregnado. Es una música con la que crecí además. Y son muy distintas todas además. Incluida Shakira en esa época, como latinoamericana punta de lanza. Hay algo de esa irreverencia que me quedó impregnada y para mí ya está en mi ADN. Y me encanta también cómo ellas no pertenecieron a toda la movida de EL rock, o qué era el grunge, y qué era rock y qué no. Cuando ya estás afuera y sabés que estás afuera es hermoso, porque no tenés ninguna presión. Hicieron su propia rebeldía aparte y creo que hoy en día para mí es súper relevante.
Este disco tiene mucha de esa rebeldía, pero empezaste con la intención de hacer un disco rock.
En realidad me venían diciendo eso de que yo era como «la jefa del rock» y todos los títulos que me ponen. Pero nunca había hecho un disco de rock, no conscientemente. Entonces, quise hacerlo y terminar con esto, porque la verdad es que yo cuando compongo lo hago a veces con un objetivo claro o no, pero nunca es el de hacer rock en sí. Terminé sonando a rock pero porque ese gen lo tengo. Entonces pensé, ¿qué pasa si lo hago conscientemente? Quise hacer algo más clásico, pero en algún punto deformarlo. Y eso es Mojigata, eso es lo que terminé haciendo en cuanto a lo sonoro.
Siguiendo con el tema, Vivo Pensando en Ayer es la canción más Fiona Apple del disco.
Total. Es descaradamente Fiona Apple además. Me permití eso también, ir a las refes con todo. Lo venía viendo en varios artistas de otros géneros, otros estilos y me gustó. Es una época en la cual ya estamos dándole tanto la vuelta a la rosca a cosas que ya existen, que está bueno ser medio descarados en eso. Para mí Fiona Apple es un estilo en sí mismo. No existe otra igual. No existe alguien que haga otra cosa. No existe un género en el cual la puedas encajar. Por lo cual, si alguien quiere hacer algo Fiona Apple va a terminar sonando ella inevitablemente.
En este caso suena por ejemplo en la batería medio jazzera. En los pianos que aparecen…
Y ni hablar de a dónde te lleva a escribir, el tipo de poesía. De las cosas que a mí más me gustan de Fiona es cómo escribe, la sinceridad y lo cruda que es. Yo necesitaba explicar algo que era la neurosis, la soledad, el encierro y toda esta cuestión de la dejadez en la casa. Y era obvio que tenía que ir por ese lado de Fiona Apple, porque nada más que esa estética podía explicarlo de una forma poética, la cual es como bastante clara y directa pero a la vez tiene esa poesía dentro de la cotidianidad. De la descripción de lo cotidiano.
También dijiste que había una había una refe más Beck. ¿Sería en Junto Boludeces capaz?
Sí, sí. En una porción. Siempre tengo un tema que digo «esto es medio Beck». Es es alguien que a mí me encanta. Como artista no lo puedo creer. Como verás son muchos los que me tocan de ese lado. Y son todos muy particulares, muy personales. Junto Boludeces tiene esa cosa medio rebeldona al decir cosas medio hirientes, con una forma muy dejada. Y con esa cosa medio jazzera y mezclas de estilos.
Creo que lo que puedo sacar de producciones de Beck es que las podés escuchar hoy, en la época en la que salieron o en dentro de 20 años y nunca son contemporáneas en sí. Jamás lo fue. Es la rareza que tiene. No responde a una época, responde a una estética de él y sus decisiones de jugar y divertirse. Bueno, y el humor también de su música.