Ino Guridi, su disco debut y un camino que recién empieza

Kristel Latecki

En la pared de su cuarto, Ino Guridi tiene pegados dos datos y un mensaje para recordar a diario. La edad de Laurie Anderson, la edad de Juana Molina, y la frase: "dejá de preocuparte por la edad y perseverá". De adolescente autoexigente, nacida en el centro de un universo cultural familiar, creció para ser una adulta que se considera en aprendizaje y en examen constante. La edad, cuenta, era algo que la atormentaba desde que empezó a hacer música con un teclado Casio. Sentía que la corría de atrás, que siempre llegaba tarde. Pero no ahora. Ahora está justo a tiempo.

Con 29 años lanzó Pasará, su disco debut. Uno que a pesar de esas ansiedades y el apuro, tuvo que esperar para salir, porque necesariamente había aún más para vivir. Un viaje trasandino; salir de la órbita montevideana para meterse en la chilena; tocar incansablemente todas las semanas; volver a un encierro pandémico en El Pinar; una profundización y un estudio obstinado del cancionero uruguayo; el encuentro de algo nuevo para decir y proponer; y al final, la reconciliación con su propio nombre.

Porque Ino fue durante unos 8 años Isla Panorama, el proyecto synthpop que comenzó en Montevideo y expandió en Santiago. Un nombre elegido como manera de deshacerse de los apellidos –Guridi como su padre Renzo Guridi o Renzo Teflón de Los Tontos, Rosencof como su abuelo Mauricio Rosencof– y comenzar su propia órbita creativa por fuera del renombre familiar. Atravesada por la historia musical y las tendencias del presente, ofreció en principio una electrónica instrumental a la que luego decidió sumar su voz, y que desarrolló hasta llegar a su último track, sacado en el medio de la revuelta social chilena: un manifiesto bailable para salir a tomar la calle.

De nuevo en Uruguay, inspirada por el verde de la Costa de Oro fue en busca de los paisajes bucólicos de Alfredo Zitarrosa, Amalia de la Vega y Osiris Rodríguez Castillos. Leyó a Washington Benavides y a Juana de Ibarbourou. Buscando el Montevideo urbano de los 80, redescubrió a Vera Sienra y Mariana Ingold, y estudió a fondo el disco 7 y 3 de Jaime Roos. Pero también encontró a un coetáneo: Tallo y su disco Atropella2.

Pasará está firmado entonces por Ino Guridi, insertándose deliberada y decididamente dentro de esa herencia de artistas con nombre y apellido propio. Combinando todo ese estudio con una búsqueda personal y creativa de decir algo sobre una música nueva y diferente. Un objetivo que logró con creces. “Si cada vez aprendo más y voy acumulando conocimiento, me proyecto como una música cada vez mejor. No al revés”, afirma la música. “Entonces, es re importante para mí decir: ‘tengo 29 años, es mi primer disco. Esto recién empieza’”.

Sobre todo esto conversamos con Ino Guridi, que dará una primera presentación de este disco en vivo el sábado 10 de junio en Bluzz Bar, compartiendo cartel con uno de sus amigos y colegas, Fede Morosini.

Quiero arrancar la charla con una frase del tema Días: "Yo estoy siempre haciendo lo más fácil / evitando lo difícil". Yo no creo que haya sido de esa forma como se ha dado la historia Ino Guridi. ¿Por qué esa frase?
No, totalmente. Lo gracioso es que esa fue mi primera canción jamás hecha, cantada en español. Un día tuve que tomarme un avión para Santiago de Chile a tocar, y me daba vergüenza la idea de subirme a un escenario solamente a darle play a la computadora y tocar el sintetizador. Me parecía poco. Y en un impulso hice Días cantándola al micrófono. Literalmente me salió entera. Es una representación –me parece a mí–, de esa sensación que uno puede tener, que todos podemos tener, de que no hacemos lo suficiente. Creo que es algo que no sé si es por mi edad o por la época en la que estamos, que vivimos constantemente con una ansiedad y una depresión crónica. En la que creemos estar haciendo lo más fácil evitando lo difícil, pero en realidad es una sensación. Y por eso el estribillo es: "Hay días en los que no entiendo nada". No habla desde una claridad de una afirmación, sino desde un cuestionamiento de la realidad. De lo que uno siente que está haciendo, y que a veces parece nunca ser suficiente. 

La Isla y Días son canciones que vienen de Isla Panorama. ¿Por qué quedaron para este disco? 
En realidad la idea del disco se construyó alrededor de Días. Porque para la gente que escuchaba mi música en Santiago, esa era la canción que más cantaban y que siempre me comentaban. Pensé entonces que ahí había algo interesante que es lo que debería trabajar. Y me di cuenta que era mi voz, que nunca me había dado cuenta que por más que hice coros para bandas y demás. 
Entonces, decidí hacer un disco que tuviera a Días como eje central, que todas las canciones fueran igual o mejores que esa, y que el hilo conductor fuera claramente mi voz y la estructura más pop. Aunque igual rompí varias veces con la estructura típica de estrofa- estribillo. Pero lo que tenía que quedar claro es que había una voz que estaba adelante, que estaba diciendo algo, que estaba transmitiendo el sentimiento. 

Que justamente es lo que pasa con Días y ese "Hay días en los que no entiendo nada". Conecta con una sensibilidad que es bastante popular y generacional.
Y requiere de mucha madurez para poder hacer eso. Yo creo que tuve que recorrer, y sigo recorriendo, un camino que por la vida que tuve, por la edad, o por la generación, es difícil exponerse tanto. Y es difícil ser seguro de sí mismo sin caer en el ego y sin caer en el “me creo mil”. Yo vengo a defender con mis canciones y con todo lo que hago esa cosa tan humana que en las redes nos vienen a mentir. Que es que tenemos que vernos bien, tenemos que estar de buen humor y tenemos rendir todo el tiempo. Yo estoy en contra de esa cultura y estoy súper a favor de la humanización de los ídolos.  

Otra búsqueda que has hecho fue meterte en la producción (tema del que hablamos en un episodio de CADENCIA). ¿Cómo te sentís ahora con un disco hecho puramente por vos después de tantos años aprendiendo?
La realidad real de cómo me siento es que quiero hacer el segundo y que suene mil veces mejor. Esa es la respuesta honesta. Se suena todo, y quiero decir que fue gracias a Krishna Della Valle que hizo la mezcla. No solo fue la persona indicada, sino soñada, porque no solo le metió su conocimiento y su ingeniería de sonido para el sonido espectacular, sino que fue un total escucha de mi opinión, mi idea, mi disco. Lo que dije se hizo, y eso yo lo valoro muchísimo. 
Siento que el disco demuestra lo que vengo tratando de decir hace muchos años: que tengo mi visión como productora, y que es una visión muy interesante. Me parece que logré mi objetivo de proponer algo. Lo que quiero lograr con este disco es que sin importar el género de música que hagas en Uruguay, te preguntes: "che ¿y si le doy una oportunidad a hacer un candombe como yo me lo imagino?". "¿Y si el milongón lo llevo para acá?". A nosotros ya nos pasó, cuando Carlos Gardel se hizo famoso el mundo moría por el tango. Ahora el mundo muere por el reggaetón de Bad Bunny, o por Rosalía y su inspiración española. Creo que como artistas deberíamos hacer el ejercicio de conocer nuestras raíces e intentar traerlas al presente desde nuestra perspectiva. Porque hay mucha mucha cosa para hacer. 

“Creo que como artistas deberíamos hacer el ejercicio de conocer nuestras raíces e intentar traerlas al presente desde nuestra perspectiva”

Quería entrar justamente en ese tema. Acá precisamente hiciste un intento de meterte dentro de los géneros tradicionales y buscar algo nuevo. Y quería hablar primero de Moras, que hasta la estructura de la rima da tanguera. 
Mi misión con Moras* fue hacer un tango moderno. Sin ser una máxima investigadora ni erudita del tango me parecía importante preguntarme a mí misma: “¿Cómo sería un tango millennial? ¿Cómo me lo imagino yo?”. 
En el caso de Moras está inspirada particularmente en una reunión en mi casa post pandemia. Es muy de ese momento de cuando se podía solamente en sus casas, y tomabas algo y terminabas escuchando La Barca de Jambao en una. Esa letra habla de ese momento. Y me divirtió mucho. Me metí en ese personaje y salió toda esa canción. Si bien el tango en su época fue como la descripción de la noche para los hombres en el bar, Moras quería que fuese la descripción del millennial tomándose una en su casa, o volviendo de la noche. 

* Moras no solo tiene el bandoneón de Iván Krisman, sino que también fue la excusa para que se de un hermoso encuentro de instrumentos y generaciones. La caja de ritmos utilizada fue una Roland 707, la misma usada para grabar el 7 y 3 de Jaime Roos. Fran Nasser la heredó de Jorge Nasser, quien además grabó los bajos de ese disco. Gracias a las casualidades y algunos mensajes de Whatsapp Ino no solo logró grabar con esa Roland, sino que consiguió que Jorge participara también, tocando el mismo bajo que usó en el mítico álbum. “Al estudio de Fran fui con Francisco Echenique, el baterista de mi disco, y con Krishna Della Valle”, cuenta. “Se dio entonces que por primera vez nos conocimos los tres: Francisco Echenique (hijo de Gustavo Etchenique y baterista de Jaime), Fran y yo, hija de Renzo Teflón. Nos sacamos una foto porque era demasiado emocionante la situación”.

El disco viene de una forma, que puede definirse como electrónica o synthpop, tiene algunos momentos más reggaetoneros. Pero justo estas dos canciones del final son las más influenciadas por la música uruguaya. 
Sí, igual todo tiene. La Isla es una base de candombe; Pasará es un milongón, casi que te la puedo cantar gaucha si querés. Traté de meter esos elementos uruguayos y que medio no te des cuenta. Obviamente Moras es como un candombe tango, y Retirada es una marcha camión de murga. 

Ya el título de Retirada te coloca en un campo conceptual definido. Y además porque también usás un montón de palabras que ver con la tradición. Contame de ese tema. 
Retirada es mi ejercicio máximo de la música criolla. Estaba buscando imágenes poéticas del campo. Obviamente también aparecen en el disco en otras partes, pero me parecía divertido mezclarlo con esta marcha camión medio murga. No deja de ser una mezcla rara.

¿Es por ahí la intención de aportar algo nuevo?
La razón por la que demoré tanto en hacer un primer disco es porque para mí era necesario pensarlo como en el fast fashion, ¿no? Esa cosa de mucho de mala calidad, de fábrica instantánea de cosas. A mí me importaba mucho que si voy a ocupar el tiempo de una persona, si voy a ocupar megabytes en internet, que fuera con algo que tuviera un valor, un valor artístico o emocional. Y que tuviera algo para aportar. Por eso nunca tuve una banda de covers de Los Tontos, o un canal de YouTube haciendo covers. Porque me parece importante seguir averiguando quién soy. Y de ahí también nace ese valor que me parece que se puede aplicar a todo: que está bueno que la gente se pregunte qué tiene de único. Porque es de ahí que se construye la riqueza. Ahora que hice este disco, me doy cuenta de que en realidad no me conozco del todo, que no soy la misma persona todos los días. Está bueno seguir preguntándome quién soy. Y seguir en esa búsqueda porque los resultados van a ser siempre distintos.