Kesha exorcizó sus demonios y sacó un excelente disco

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En este momento Kesha está en el puesto número uno de ventas en Estados Unidos con su tercer disco, Rainbow. Esta es una frase que hasta hace muy poco parecía no ser posible. Desde 2014 la cantante se encuentra en una batalla legal contra su ex productor, Dr. Luke, luego de que lo acusara de abuso sexual y psicológico, y pidiera anular el contrato que firmó a sus 18 años y que la obliga hasta el día de hoy producir música únicamente con su abusador a través de su sello, Kemosabe. 

Desde los comienzos de su carrera, el sonido de Kesha estuvo siendo estudiado y perfeccionado por el productor. Incluso su imagen, su vestimenta y su peso. La Kesha despreocupada, rota y llena de brillantina lo ideó Dr. Luke para transformarse en el éxito pop que fue. Pero Kesha tenía más para ofrecer que canciones discotequeras que cantan sobre vivir la noche como si fuera la última. 

Rainbow es el testimonio de eso. Kesha canalizó sus años de lucha en los juzgados, sacó para afuera los años de abuso y creó un (sorpresivamente) excelente compendio de canciones que, como dice el tema Learn to Let Go, predican con el ejemplo, exorcizan los demonios y miran hacia el futuro. 

La primera parte del disco es la reflexión y liberación: Praying, hace directa referencia a la tortuosa experiencia que vivió en los últimos años, mientras que Bastards, Let 'Em Talk y Rainbow intentan empoderar, que nos importe un bledo lo que digan los demás y ser capaces de ver la luz y el arcoiris que se encuentra al final del túnel. Pero el máximo himno de empoderamiento es Woman, una canción extremadamente divertida protagonizada por los vientos de The Dap-Kings Horns y que, como su nombre indica, celebra la autosuficiencia femenina. 

Kesha siempre afirmó que su corazón estaba puesto en el rock clásico y en el country (su madre, Pepe Sebert, que es coautora en varios de sus temas, es una renombrada compositora de country) y ahora finalmente pudo sacarlo a relucir, así como también una voz que encontró una mayor proyección, rango y emoción. 

La segunda parte del disco deja en manifiesto todo esto con temas como Finding You (que tiene un precioso estribillo); la descarada Hunt You Down, donde dio vuelta la clásica historia del cowboy que amenaza con matar a su mujer si lo engaña; Spaceship, un final solo a guitarra y voz; y una versión de uno de los clásicos de su madre, Old Flames (Can't Hold a Candle to You), con la voz invitada de quien hizo esa canción famosa: Dolly Parton. Por otra parte, su costado rockero se canalizó a través de colaboraciones con Eagles of Death Metal: Let 'Em Talk y Boogie Feet.

Rainbow se escucha necesariamente ligado al contexto en el que fue creado. Se siente como el encuentro de una artista con una misma, luego de mucho camino recorrido y mucho conocimiento (tanto de vida como musical) adquirido. Y se disfruta al encontrar que pudo hacer algo bueno y sanador a partir de malas experiencias. Rainbow es la Kesha que siempre quiso ser y no podía. Hasta ahora.