Kristel Latecki
Luego de un montón de trabajos editados bajo la fuerza gravitacional de la Órbita Irresistible, Paul Higgs rompió esa trayectoria y se fue a Buenos Aires. Allí editó Astucia en 2020, su primer disco formal y bajo el sello Queruza. Fue un disco concentrado y redondo, su “más ambicioso” hasta ese momento.
Ahora, regido por otra fuerza –la trifuerza, como él la define haciendo referencia a The Legend of Zelda– presenta Tridimensional, un nuevo disco marcado por varias tríadas. Una geográfica, mapeada por las tres ciudades en las que vivió en este último período: Montevideo, Buenos Aires y San Pablo; otra definida por el trío creativo que forjó este disco: Paul Higgs, Martín Buscaglia y Fran Cunha; y una final armada por su voz unida a Hidroala, el nombre que llevan los coros de Charlie y Leandro Aquistapacie.
Este disco sonará en vivo hoy, viernes 9 de setiembre, en La Trastienda. Paul estará acompañado de su nueva banda rioplatense, a la que se suman desde Argentina Melanie Williams en batería y Choki Giaquinta en bajo. Para él este quinteto es algo como salido de “Charlie la Fábrica de Chocolate, Alicia en el País las Maravillas y ¡Oye Arnold!. Es como una pandilla cartoon en cierto modo, como imposible”.
Además, con una puesta en escena de Jimena Vignolo y visuales de Fran Cunha, el show viajará luego a Buenos Aires para presentarse en Niceto. “Va a ser verdaderamente una superproducción”, adelanta Paul. “Es una instancia de suma importancia en la carrera artística de cualquier persona, y por suerte he llegado a este momento con la energía, el entusiasmo, la valentía y la inconsciencia como para llevarlo a cabo. Yo lo considero un suceso imposible que va a materializarse en estas dos ocasiones”.
Con Paul hablamos sobre esa trifuerza, el trabajo de producción junto a Martín Buscaglia, y la exorcización propia.
Este disco originalmente se iba a llamar El Exorcismo de Paul Higgs. ¿Por qué tenías esa idea? ¿Por qué “exorcismo”?
Supongo que con algún grado de perspectiva que logré a través del sencillo estudio de mi propia discografía y de mis acciones creativas, reconocí que una especie de –¿cómo decirlo?– “dictadura” existía por parte de un personaje que se había creado. Que también es parte de quien soy y siempre va a serlo. Pero a la hora de buscar un nuevo sonido de mi trabajo me pareció indicado abandonar los vicios que tal personaje implicaba. Era por ahí la onda. Todo también de la mano de que comencé a hacer un poco de terapia psicológica cuando nunca la había hecho en mi vida. Y me pareció muy interesante.
En base a eso y a un montón de aprendizaje surgió la idea del exorcismo propio. Y también tiene un sencillo carácter lúdico, de guiño a las películas de terror que me han gustado siempre.
¿Entonces este disco quién lo hizo? ¿El Paul personaje o el Paul persona?
Lo hizo más el Paul persona, más la interpretación de Buscaglia de lo que sería la esencia de mi música. Porque delegué el trabajo de decisiones plenamente a su guía, por decirlo de algún modo. Así que fue una mezcla de todo. Fue más que nada la búsqueda del sonido esencial de lo que puedo hacer.
Conociendo la música de ambos, que vos trabajes con Martín resultaba algo incuestionable, casi obvio.
Totalmente. Además, analizando la Wikipedia de la música global y especialmente de nuestra tierna nación, suena muy lógico, luce lógico y fue lógico también, por una cuestión práctica de que nos tornamos muy amigos en el correr de los años pandémicos. Y la idea de que Buscaglia y yo trabajemos juntos fuese fantástica, la práctica también lo fue. Como verdaderamente meant to be. Hay unas palabras en inglés que todavía no he hallado la traducción exacta: somos kindred spirits.
En este disco se repite el número tres, esa tridimensionalidad. ¿Es un concepto en el cual decidiste apoyarte y comunicar?
Sí, y además yo calculaba que era el último disco que publico antes de cumplir tres décadas. Así que es como un disco también de pasaje. Y existe la trifuerza que es parte de The Legend of Zelda, un videojuego cuya música y cuya historia ha influenciado un montón mi trabajo.
Entonces sí, tiene tres puntos de apoyo. Y hay algo medio sacro del número tres, en la historia de nuestra humanidad, ¿verdad? Así que fue sucediendo, y se alineó de ese modo por sí solo.
Con Martín y Fran Cunha además pertenecen a tres generaciones diferentes. Y encontraste en ellos colaboradores. ¿Cómo es tu vínculo con cada uno de ellos y qué te aportaron a vos y a esta música?
Una profesionalidad, o lo que podría ser la nueva perspectiva de la profesionalidad. Una que se alinea con la mía, que es en cierto grado anómala. Ellos han hallado una forma de ser profesionales siendo personajes anómalos para las escenas en las cuales se mueven. Creo que me ayudaron a hallar mi propia forma de dialogar con la industria de la creación artística, sin tranzar la parte más importante de mi esencia y de mi forma de ser. Eso creo que es el aprendizaje más sustancioso que ellos me dejado, en un sentido artístico. Ni que hablar de cuestiones específicas con respecto a arreglos de sonido o líricos, o de cuestiones que podemos ver y escuchar. Pero esto que te cuento es lo más importante.
Y mi relación con cada uno es como una especie de admiración y hermandad que tal vez llena ese vacío que siempre he experimentado debido a mi calidad de hijo único, ¿entendés? Con ellos hago un poco de ese tipo de relacionamientos.
Y con Fran la colaboración no solo tuvo que ver con la gráfica y la estética del álbum, ¿no?
Fran en cierto modo hizo la primera selección de canciones. Estuvo ahí desde la concepción hasta ahora que se vienen los recitales de presentación. Fran es parte de la banda. Va a hacer toda la interpretación visual lumínica de las canciones y del espectáculo.