Santi Marrero y sus afueras análogos

Ismael Viñoly


Las Afueras es el primer disco solista del músico Santiago Marrero y recorre los adentros de una mente musical inquieta. En sus nueve canciones agita el campo musical entre bailes lentos y meditaciones sintetizadas, creando así un paisaje análogo en la música uruguaya post pandemia, que brota como una vegetación espontánea y que abre matas de ritmos relajados y sonidos electrónicos; ideales para acompañar el diario vivir en tiempos de incertidumbre. 

Con la ayuda de Fabrizio Rossi –principal colaborador del álbum– el productor, tecladista,y quinta parte del Cuarteto de Nos muestra sonidos retro futuristas. Así como la marca indeleble de influencias como Air y su electrónica afrancesada, algunos repiques sintéticos de Nihls Frahm y se emparenta con la obra de Luciano Supervielle. Dichos nombres son simples coordenadas que sirven para localizar los sonidos de un Opus, abierto por Movimiento. Allí lo francés es embarrado sobre el final por sonidos análogos y enciende el motor de una carrocería, que como si fuese un Citroen CM, nos llevará de paseo por esos 33 minutos de ensoñaciones eléctricas que tiene el registro. 

Édito por Little Butterfly Records, Las Afueras presenta en todo momento un fuerte compromiso por los detalles. La cadencia suelta y su base hip hopera en Sobre la Ciudad recuerdan lejanamente a la fineza con la que DJ Shadow hibridó sintetizadores con música de guetto. La canción, por otra parte, cuenta con un videoclip dirigido por Agustín Ferrando (Tiranos Temblad) y muestra a una banda en una ciudad hecha de teclados y bailando pasos simples y relajados. Coreografías que operan como una metáfora perfecta para la visión electrónica que plasma Marrero: calmada, doméstica e ideal para bajar tensiones.

Allons À la Rochita propone un viaje hacia la Rochita que sobre el final presenta uno de los momentos más bellos del álbum. Cuando las bases desaparecen y las texturas de sintetizadores crean armonías cuya belleza va in crescendo a medida que se acercan al final. Puntualmente, esta parte del disco, recuerda directamente a otros trabajos hechos de sintetizadores como lo de Mort Garson y –también– claro, Wendy Carlos

“Hay pasos perdidos en la ciudad / todo es igual” se escucha en la letra de Lov, lo que parece pintar –entre esos arreglos de Kyoto digital, como de city pop japonés– el aletargamiento experimentado en la pandemia. Si bien la producción del disco surgió afuera de la pandemia, como afirmó Santiago en esta entrevista con Radio Mundo, se terminó y consolidó en medio de la emergencia sanitaria. Como mucho de lo creativo, estas afueras son hijas de una necesidad: la de un tiempo que –casi como un Interludio– nos exigió nuevas maneras de trabajar y, sobre todo, de visualizar y calibrar objetivos. 

El swing y el jugueteo hipnótico se empalman de forma casi automática en 3:57 AM. Funciona como una canción excelente para tareas domésticas desarrolladas por amas y amos de casas en un futuro donde las materias primas serán ceros y unos. Su sonido es impecable y exhibe algunas de las armas secretas de Santiago en la producción, que quizás haya extraído de sus experiencias en una meca sonora como Sonic Ranch, estudio donde tuvo la oportunidad de trabajar en la producción de un disco para el Cuarteto de Nos.

Por último, Outro cierra las puertas del disco de forma novedosa, ya que introduce por primera vez un sonido más humano en las percusiones, pues cierra con una batería. La canción crece con unos órganos eléctricos arrolladores, que nos meten en un paisaje de neón, como si se tratase de la Los Angeles melancólica de la legendaria Blade Runner. En materia de voces, el disco es aderezado por Nacho Vecino y Victoria Brion que siguen el viaje del álbum y aportan de forma muy medida a los paisajes instrumentales, mientras que Marrero y Fabrizio Rossi contribuyen coros entre las distintas canciones.  

La fotógrafa Fernanda Montoro le pone cara al disco con un retrato de Santiago, que llega a la mácula de nuestros ojos filtrado, difuso entre texturas de luces y capas de colores. Esto me recordó a una historia de Bruno Serra, integrante de la banda ENEMY, producida por Santiago. Me comentó que en donde él hubiese puesto un solo teclado, Marrero arreglaba cuatro capas distintas creando de forma impensada arreglos musicales armónicamente ricos, sólidos y complejos. Mirando su sinuosa trayectoria (bajista del último Sordromo, tecladista en Santé Les Amis y en la versión internacional del Cuarteto de Nos) no parece impensando el buen resultado que logró en Las Afueras; y enhorabuena, pues pese a que dichos proyectos dejaron la vara bastante alta, su universo musical aún se las ingenia para seguirse expandiendo.