Kristel Latecki
El 2017 fue un año importante para Alberto Mandrake Wolf. Se editó el libro Es Fácil Desviarse, donde repasa sus 30 años de carrera en conversaciones con el periodista Mauricio Bosch. En Buenos Aires decidieron reeditar su disco Primitivo, originalmente lanzado en 1993 y hecho a guitarra y voz en 30 horas de grabación. Y por si fuera poco, también estrenó nueva música como Mandrake y Los Druidas, un nuevo proyecto con el cual se posicionó dentro de los mejores discos del año, con un sonido que rescata el hard rock y blues más clásico, realizado con un espíritu y una impronta fundamentalmente actual.
“Como que coincidió todo”, cuenta Mandrake desde su flamante sala de ensayo ubicada en el segundo piso de su casa. “Salí en carnaval también, me di ese gusto. Uno trata de repartir pero de repente salió todo el mismo año. Hubo un montón de cosas, y todas son responsabilidades. Quedé agotado pero muy contento, y creo que recién ahora estoy disfrutando de todo lo que hice”.
Mandrake acaba de volver de Argentina donde presentó el libro junto a Bosch, y donde tocó junto a Santiago Moraes de Los Espíritus. Y todavía no puede creer que alguien se haya mandado la quijotada de relanzar un disco por el cual él ya no daba nada. “El otro día me dijeron que lo querían sacar en vinilo también”, dice incrédulo.
Ahora es el turno de Los Druidas, banda que completa con Federico Anastasiadis, Ignacio Echeverria e Ignacio Iturria, que presentará su excelente disco debut el 11 de mayo en La Trastienda Samsung. Se trata de un nuevo comienzo para Mandrake: armar una banda de cero para seguir una idea que tenía dentro desde hace tiempo. Una que sentía que tenía que sacar junto a gente nueva.
Después de casi 35 años en los escenarios, Mandrake continúa renovándose.
Ya has contado que llegó un momento que necesitabas salir del trabajo con Los Terapeutas. ¿Cómo fue ese quiebre?
Necesitaba salir de la fábrica. Es una banda de 30 años, sabíamos trabajar juntos y era como una fábrica: una sección hacía esto, otra lo otro. Estaba bien, está buenísimo todo, es una cosa que logramos. Pero quería buscar otro sonido, sentía otra cosa.
La mayoría de las canciones que terminaron en el disco ya las tenía compuestas. Las grabé en el estudio de un amigo y había tenían 20 canciones. En el disco quedaron 11 y después hice otras nuevas.
Pero justo pintó que tenía ganas de tocar candombe, tenía unas ideas nuevas. Primero pensé hacer este disco a la par de Los Candombes, son esas ideas que después te das cuenta que son una locura. Cuando nos metimos en ese proyecto nos dimos cuenta que era demasiado grande. Lo íbamos a grabar para nosotros pero Sanabria (director de Bizarro Records) quiso grabarlo y editarlo en CD y DVD.
Ese material quedó ahí, y de repente, en una fecha del aniversario de Solitario Juan escuché por primera vez a Oro y quedé sorprendido con el baterista. Este tipo toca como en la vieja época, toca fuerte, pero además tiene cabeza moderna. Me gustaba mucho la combinación de cosas. A él también le gustaba mucho lo que yo hacía y empezamos a charlar. Pero quise que nos conociéramos tocando. Fuimos a Solitario Juan, le dije que llevara un tambor y fluyó. Para mí es importantísimo el percusionista. Tanto en Los Terapeutas como en Los Druidas la base es el ritmo. Después lo demás se suma, pero si no ando bien con el conguero o el baterista ya no va. Me di cuenta que con el loco tenía un feeling.