Animales de Poder: el silencio esconde algo

Animales de Poder

Augura, el primer disco de Animales de Poder, tiene un comienzo que se desliza como la luz del amanecer. “Cuando está todavía oscuro / ya susurran los suburbios”, canta a capella Eloísa Avoletta, dejando aire entre los versos. “Cuando es tan temprano que…”. Pausa. Diez segundos de oscuridad. “El silencio esconde algo”.

Esos diez segundos dejan el oído en sumo suspenso. Son solo diez, pero son suficientes para que la atención sea capturada, y la curiosidad se afane en revelar qué es eso que el silencio oculta. 

Lo que sigue es de pura y singular belleza. Con una atípica guitarra de Agustina Santomauro, la percusión basada en bombo legüero y redoblante de Julia Somma y la poesía de Eloísa, el trío se complementa, se opone, se ornamenta y se enaltece. Las canciones se transforman a mitad de camino, cambian de clima como nubes abriéndose después de una tormenta. Nunca toman la ruta esperada, buscan la no transitada.

"Ya te lo estabas imaginando pero el paisaje ya está cambiando", definen en Palmar.

El hermoso arte de Augura, la playa, el fuego y los pinos evocan los paisajes de Solymar. Allí se conocieron primero Agustina y Julia, que compartían escuela de música y club de natación. Más adelante se reunieron en la banda Fuego en el Aire de Marte y dieron con Eloísa, que era habitual de sus ensayos y escribía poesía.  

“Siempre nos tirábamos la idea”, afirma Agustina sobre crear una banda. “Siempre lo charlamos pero quedaba por ahí. Y estaba en Perú con Julen (y la Gente Sola) tocando y me dieron ganas de escribirles, y lo que veníamos diciendo medio en joda y medio en serio, llevarlo a la realidad”. 

Después de dos años de tocar en Montevideo y Canelones, y darle forma a su folklore minimalista combinado con poesía, en 2018 editaron Camacuá, un EP con cuatro canciones grabadas en vivo en la sala de la Ciudad Vieja. Una carta de presentación y un paso previo para lo que es ahora Augura.

 

¿Cómo empezaron a trabajar las canciones? ¿Cómo encaran la composición?
Agustina:
 Siempre hay un disparador, que a veces es una letra, una melodía, una guitarra o un ritmo. Y a partir de ahí lo vamos escuchando y le vamos buscando la forma.  

Eloísa: Sí, cada una se lleva a veces para la casa cositas. Tienen un tiempo con cada una las canciones. Como que probamos cosas juntas, después nos vamos, pensamos, volvemos, mutan. Tienen todo un ida y vuelta, no es que nos ponemos a improvisar y salen los temas.

¿O tampoco llevás una letra terminada?
E:
 No, claro. No cae una con una canción entera para tocar. Por ahora no ha pasado.

Julia, ¿cómo resolviste la percusión? Porque uno de los elementos de Animales es el bombo y redoblante. ¿Cómo fue la idea de tener eso y nada más?
Julia:
 En realidad fueron muchas cosas que hicieron que llegara a eso. Creo que tuvo pila que ver Fuego en el Aire de Marte, que en realidad era una propuesta opuesta. Éramos una batería y dos percusionistas, era un kiosco demencial de cosas. Eso me llevó a tratar de hacer el ejercicio de reducir y de poder contar con poco en vez de pensar cómo quedaría acá un yembé por 30 segundos de una canción, y después no lo tocás más. Pensé hacer al revés: tener pocos elementos y resolver. Eso por un lado era algo que me estaba latiendo, y por otro lado que me empecé a colgar con el bombo legüero con el instrumento en sí y la carga de familia de ritmos que vienen de él. Finalmente me lo compré y descubrí toda su potencia que tiene como instrumento tímbrico. Y ahí fue bombo, redo y vamos. (Risas)

A: También teníamos ganas de tocar en muchos lugares y creo que un poco influyó eso: no querer ser una banda complicada para los toques.

J: Sí esto tuvo pila que ver. Poder agarrar, ir a ensayar a dónde sea, o ir a tocar dónde sea. Saber que vamos a entrar y que vamos a poder llevar todo entre las tres en bondi. Movernos es un objetivo.

Por otra parte, ¿cómo se va construyendo lo melódico? A veces la voz va por un lado y la guitarra por otro.
A: 
Ahí influye mucho qué aparece primero, si la guitarra o la voz. Si aparece la voz primero, yo un poco lo que hago es encontrar esa melodía que tiene Elo. Y me gusta buscarle la vuelta de tuerca. Hay un camino obvio que es armonizar con Elo, y generalmente termino evadiendo eso y busco otra vuelta, como hacer un contrapunto melódico y armónico sobre todo. Y después siento que hay acordes y ambientes que nos sientan mejor y otros que no. Ha ido variando y seguirá variando. Creo que hay ciertos sonidos, ciertas notas, ciertos ambientes que generan los acordes que me hacen pensar en Animales y otros que no tanto. Es muy intuitivo.

¿Podés dar algún ejemplo de eso? 
A: 
No, en realidad yo sé los acordes, pero cuando compongo miro la guitarra y voy moviendo los dedos y escuchando. No estoy pensando en acordes tipo La mayor o ponerle una séptima. Muevo los dedos, compongo re desde el instrumento y escuchando qué va pasando. Cuando Elo trae la melodía me fijo en las notas, y pienso un poco, pero después voy dejando que me lleve la guitarra. 

E: Me pasa un poco parecido. Cuando hay una guitarra aparece eso de no tirar lo primero que me sale, sino lo segundo o lo tercero. Tengo un montón de grabaciones en el celular de cositas que a veces salen así, y que también aparecen cuando ya hay algo de Julia o de Agus. Pero la mayoría de las veces ya existen, ya están en las notas de voz porque hay un par que las soñé, o que estaba caminando por la calle y salen, etc. Así salen las melodías.



Aquel silencio inicial de Arterias y su evocación a una mañana incipiente se continúa en el primer cuarteto de canciones, en las cuales las menciones a la madrugada, el despertar y el paisaje cambiante parecen imitar la progresión temporal. Otro silencio da lugar al segundo cuarteto de canciones que nos lleva de nuevo hacia la oscuridad, y luego a un tercero, que finaliza con Luz mala, y un mantra coral que nos conduce hacia el crepúsculo. 

El silencio fue el recurso que encontraron no solo para llevar la experiencia y la magia del vivo a las casas, sino también para atrapar la atención del escucha. 

J: Siento que es un disco que requiere un momento para ser escuchado. 

E: No es para escuchar en el bondi ponele. 

A: Eso del silencio creo que tenía que ver con el set reducido. Con que Juli no use platos, con que hay pocos instrumentos. Solo la guitarra prolonga el sonido, entonces naturalmente se fue dando que las canciones tienen muchos silencios, incluso cuando estamos tocando. Y creo que de a poco fue haciéndose parte de la identidad sonora de la banda y también espiritual. Eso de dejar el espacio a las cosas.

Además de haber esos bloques climáticos, hay varias canciones que tienen dos partes. Palmas esta en portugués y español, A la encandilada son dos canciones en una. ¿Por qué se dan así y no se separan?
A:
 Eso tiene que ver sí con cómo componemos. De repente una trae una parte y a veces a la otra le sale otra parte. Y se van armando esas cosas, cachos de canciones que se van juntando.  

J: Comparten un espíritu. Se nutren una de otra y se complementan. Y para nosotras ya es como lo mismo.

A: Cada canción también propone un viaje. En general las cosas que nos salen van cambiando de paisajes, algunas se quedan en el mismo lugar.

Esos paisajes cambiantes están reflejados en el arte y el video que acompaña la versión en YouTube del disco. La idea fue creada en conjunto con Julia Santomauro y Juan Castiglioni, dos miembros no oficiales de la banda, y allí puede verse el proceso de armado del arte, el trabajo grupal entre amigos y ese momento único que lograron. El resultado, por su parte, sugiere un acompañamiento visual del disco.  

J: Compramos un espejo de 2 metros, juntamos a toda la gente, y ahí se empezaron a sumar cositas. Pensábamos que el disco iba a estar en un solo track en YouTube y pensé de acompañarlo con algo visual que no tenga el fin de videoclip que tengas que verlo constantemente, pero lo tenés ahí abierto y de repente lo ves y mutó un poco, vas a otra pestaña y mandas un mail, volvés y está un poco más raro. Eso de lo cotidiano, lo espontáneo y lo del tiempo real también.

Llevamos una cámara, pusimos rec y fue como mostrar desde otro punto de vista lo que es la tapa, todo el detrás. Además tenía pila de sentido, porque hicimos una especie de ritual que en la tapa en sí no se veía nada, ni todas las personas que estaban realmente colaborando con todo eso, que fueron las personas que colaboraron con el disco. Entonces de alguna forma fue un regalo para elles que puedan estar sus cuerpos materializados ahí. Sus siluetas. 

A: Y pasó de todo.

E: En un momento se empañaba el espejo y teníamos que limpiarlo. Muy gracioso.

J: Eso del calculo fue un momento divertido. Pensar qué angulación tiene que tener el espejo para que solo se vea solo el fuego y no se vea quien saca la foto. Todo esto de noche sin tener el fuego prendido ni nada, porque tampoco teníamos tanta leña. Me encantó como desafío técnico. De hecho nos llegaron a preguntar si fue un montaje, si era real o no. Y está bueno todo eso, que despierte cosas más que ser algo literal o icónico. 

 

Augura nos obliga a bajar, a habitar el momento de la escucha, a conmoverse con su poesía y encontrarse en el sosiego. Y hacia el fin de este viaje, Luz Mala no nos deja con silencio, sino con el ruido de olas, risas, el fuego crepitante y perros lejanos. Como un ASMR relajante y ambiental, que nos lleva por última vez a esa playa, a la comunión del fuego, para recibir de nuevo al amanecer.