Pantuflas y despertadores: lo nuevo de Fabva

Ismael Viñoly


Con diez canciones en donde lo emocional de su voz y la simpleza de sus letras se unen a los sintes, Fabva presenta Despierto y se postula para ingresar en un panorama que no termina de nacer, pero que comienza a surgir: el de un synth pop local.

Linkeable a Salvamento o Isla Panorama, y en un plano internacional a How To Dress Well y los recientes trabajos de Sufjan Stevens, el último álbum del músico, productor y sonidista es un pop de sintetizadores donde los teclados son empleados para crear armonías claras y prístinas, que permiten a su voz surgir de cimientos sólidos. Despierto fue mezclado por Fabva, quién señaló que le “gusta mucho el mundo del audio y me pareció un gran desafío hacerlo yo mismo”. El desafío fue superado: el disco suena bien y su foco artístico es claro. 

Suave es una canción que integra varias líneas del álbum. En su introducción hay arpegiadores girando en torno a un motivo emocional. Estructural, melódica y arreglísticamente pop, en sus cuatro minutos presenta los rumbos mentales de un cantante que afronta el ocaso de un vínculo que parece no valer la pena, o valer menos que la canción que la contiene. Fumando continúa escarbando en los polvos de una relación, donde “los que se pelean se aman” y en el cansancio de llevar la “sombra”a cuestas. Sin embargo, Esculturas quiebra el hastío con un beat muy ochentero y acelerado, donde la calma de Malvín es una invitación para una historia de amor diurna. La voz de Victoria Brión contribuye de forma impecable a la trama, donde imaginariamente recorremos el barrio subidos a vericuetos amorosos que parecen finalizar un sábado en la rambla.

Llueven mis zapatos continúa el disco con un domingo, y es una canción romántica donde por momentos aparece un autotune derritiendo la voz de Fabva. Su cadencia lenta recuerda a otro hombre de sintetizadores uruguayos y bailecitos lentos: Santi Marrero. Árbol de cristal parafrasea a los sintetizadores del productor Kavinsky y rememora al universo de la película Drive; un préstamo que aquí paga muy buenos dividendos. La canción además es rematada cuando la voz de Phoro aparece. Ansioso y dramático, tiene algo escaso en el pop/rock uruguayo: la presencia de un dueto entre un hombre y una mujer. Por otra parte, resume años de colaboración entre Fabva y la productora que compartieron escenario y aquí comparten uno de los puntos más altos del álbum.

La marcha camión de Las horas y su construcción circular y atmosférica, le añaden al LP otro ladrillo de novedad. Mambos tiene una base muy Tears for Fears, cortada por ese sonido de gated snare que suena como un tortazo en la cara y finaliza con ese efecto vocal que suena como un Fabva pero de 12 cabezas. Dar sigue explorando efectos. Las bases de las primeras canciones del álbum ahora son adulteradas, como derretidas por ecos y con arreglos delicados de guitarra. El track, por otra parte, cuenta con un excelente golpe de efecto, otro cambio en la base, que especula en torno a un patrón impredecible. Además presenta un solo de guitarra con phaser interpretado por Gonzalo Vivas, mezclándose con unos coros vocales épicos, que destruyen y construyen el final de la canción y del disco de forma sólida.

Compuesto en pandemia, su arte esboza un carácter que el mismo autor califica como “un nuevo despertar” y que marca un cambio de timón con respecto a su trayectoria como músico en bandas como Piel y Viajes en la Superficie, e incluso con sus anteriores discos solistas. Desarrollado por Orientalas, tiene al músico de pijamas, con pantuflas rosadas y en una mecedora en una habitación con paredes rojas. Un universo imaginado por alguien que en el encierro por COVID se entregó a la experimentación musical, y que volvió con canciones que parecen ser lúcidamente retratadas en el punto exacto: en el que despertó.