Plena, cdjs y ritmos mutantes: Con Lechuga Zafiro, primer uruguayo en llegar al festival Sónar

Lechuga Zafiro en Sónar. Foto: Alba Ruperez

Ismael Viñoly

Piiila se sentó a dialogar con Pablo de Vargas, aka Lechuga Zafiro. Olores, colores y sensaciones de la gira que lo transformó en el primer uruguayo en llegar al festival Sónar, que puso ritmos locales en uno de los festivales electrónicos más prestigiosos del mundo y que –además– se trae un nuevo disco entre manos. 

¿Cuáles son las primeras sensaciones de esta gira que te llevó a visitar varios países y distintas ciudades? Lo primero es que fue hermoso. La conexión con la gente estuvo muy linda y volver a reencontrarme con gente que ya conocía también. Internamente fue muy lindo ver un progreso en mí, desde que empezó hasta que terminó. Aprendí mucho de mí y cómo encarar el oficio de ser un DJ. Fue un tour que me lo tomé muy en serio y grabé más de la mitad de los toques, que escuchaba en la semana mientras no tocaba. Me propuse dar lo mejor y fui notando progresos. Además, estoy aprendiendo a leer mejor el tipo de fiesta a la que voy y pensar algo para aplicarlo en ese contexto. Por ejemplo, en Azores (Portugal), no tenía mucha idea de qué hacer y era un festival multidisciplinar, en este sentido creía que iba a ser algo más suelto y experimental. Sin embargo, el ambiente era más bailable y me puse más duro. En Rotterdam (Países Bajos) era más pantropical, y además es la ciudad del Bubbling –ritmo creado por inmigrantes caribeños, que consiste en un dembow, pero a 140 bpms– ahí quise hacer algo especial para eso. No guionaba mis sets, pero sí pensé mucho qué temas tocar de acuerdo al lugar.

¿Llevaste temas uruguayos para mezclar y mostrar allá?
Sí, pasé La Descarga en el Sónar. Toqué F5, toqué plena y mis temas. Música más uruguaya que la plena no sé si hay (risas). También puse arreglos de tambores por aquí o por allá como aparecen en mis sets.

¿Y qué onda la gente con la plena?
Habían uruguayes en el Sónar y yo quería cerrar con un tema plenero. Me parecía un lindo marco, no solo porque un uruguayo tocó por primera vez, sino porque además sonó este género. Para mí la plena es de las cosas más rítmicamente gozadas que existen. En mis investigaciones sobre la percusión siempre la tengo presente. Tiene mucha riqueza, lindos cortes, mucho swing.

En esta línea, siento que la plena tiene algo así como un carácter muy uruguayo, como súper rústico. Últimamente he estado escuchando un programa de radio el “Último Pirata”. Un programa de levante entre personas donde la gente se dedica entre sí muchos temas. Y escuchando a las distintas orquestas pensaba en esa cosa rusticidad…
A mí me hacen pirar La Descarga y los pibes nuevos. Para mí hay un mastermind que es el Jona Suárez, un pibe de la vuelta que es cantante de La Nueva Escuela. Son plenas más aceleradas y reeee sabrosas. Entiendo que esa gente viene de tocar el tambor. A Suárez lo conocí y me parece que tiene un swing gozado y sabroso. 

Fuiste el primer uruguayo en llegar al Sónar, un festival referencial para la música electrónica experimental. Me contaste que te tomó pila de trabajo la preparación. ¿Cómo fue esta experiencia?
Tocar en un festival no es lo mismo que tocar en una fiesta. Ya de por sí el mundo del DJ en un festival me hace algo de ruido, por eso intenté intervenir la música lo más posible y lograr un híbrido de DJ set y set en vivo. Para eso también estoy integrando un viaje, que es un modo que estoy creando de tocar mis bandejas y preparar el set perfecto, secuenciar y no cambiarlo. Condensar lo que me interesa: lo bailable, lo uruguayo, lo mío, lo mío más flipado. Por ese lado la parte del contenido. Por otra parte, para mí fue el toque más importante que tuve hasta ahora. Estuvo Wellington Silva (repique y co-director de la comparsa de c1080), con quien lo armamos en diálogo  y procesamos los tambores en vivo a través de mi computadora. Tocamos música nueva inédita y condensé en una hora veinte lo que quería decir. Ensayé un montón, fui a varias salas de ensayo y me quedo con que nunca había armado un espectáculo de ese calibre, con visuales. Creo que la gente reaccionó bien. Luego vi los videos y vi gente bailando bien copada.

Lechuga Zafiro con Wellington Silva en el Sónar. Foto: Alba Ruperez

Sobre la gira, ¿qué lugares te sorprendieron?
Lyon Le Sucre, uno de los mejores clubes. Londres fue una locura, Valencia un lugar increíble y chico, con 40 personas y gente con skates en las manos re prendida (risas).

¿Por qué Lyon?
Fue en una fábrica de azúcar abandonada. Es un club que tiene 20 años, está conectado con un festival que se llama Las Noches Sonoras y armaron toda una cultura en la ciudad que la hace muy receptiva. Además fue uno de los días en los que me sentí más libre tocando y también uno en los que me emborraché más (risas). Fue una noche especial. 

¿Qué pispeaste de la cultura club que te sorprendió? ¿Con qué drogas se droga la gente?
Hay un género que está reventando en Londres que se llama Amapiano (sugerimos este compilado de Shannen SP) y cuando ves a la gente bailando es increíble su frescura. En Berlín la gente está preocupada por la droga GHB. Es una sustancia que erotiza y saca sensibilidad. La verdad es que no pude ver mucho de eso porque no participé, estuve muy metido y muy enfocado. 

Sobre Londres, estuviste en un contexto muy particular de Brexit. ¿Qué onda la ciudad? ¿Cómo se está reaccionando a la separación de la Unión Europea?
¡Sí, sí, sí! Estuve el día que renunció Boris Johnson. Fue increíble hablar con la gente y verle felicidad en la cara. Pero luego pensaba si fuese Uruguay o Argentina estaríamos chupando en la calle con banderas y allá fue como otro día normal. Londres es una locura, es un caos. Entiendo que la gente viva allí por su oferta cultural, pero la vida es muy dura, cara y estresante. La fiesta allí estuvo increíble y fue la primera vez que entendí eso de adaptarse al contexto. Funcioné muy bien y entendí la idea de ser más camaleónico. Cuando sos DJ a veces tenés que ser funcional y otras más artístico.

¿Ahí sentiste que tenías que ser más artístico o más funcional?
Ahí sentí que debía ser funcional. En esa fecha fue donde más gente se acercó a felicitarme y a palmearme. A veces no tenés que desafiarte a vos mismo, tenés que resolver y adaptarte. La gente quería bailar y creo que la recepción fue muy buena.

Con respecto a esto de sentir la compañía, me imagino que la vida del DJ entre set y set debe ser bastante solitaria. ¿Te pasa de extrañar, de sentirte solo allá?
Está heavy eso. Claramente disfruté más los momentos en los que estuve acompañado que los momentos en solitario. La vida de tour no es solo lo que uno muestra. También está la parte de lavarse los calzoncillos en un Airbnb (risas). Levantarte temprano para ir a tomar un avión, comerte dos horas de cola y al otro día lo mismo. Por ahora me la banco y siento que vale la pena, sobre todo porque voy a lugares nuevos y eso me motiva; además de probar la comida de lugares nuevos que es una fuente de placer.

¿Algún plato que me recomiendes?
(Risas) Me voy guardando en Google Maps piques. En Grecia comí muy bien. Comí unos niños envueltos con carne y hoja de palma, y comí Gyros que son una versión griega del Kebab. El pan griego es increíble y el hummus también. Creo que el hummus más barato de allá le pasa el trapo a cualquier hummus que comí previamente.

El otro día hablaba con Santiago Marrero (Cuarteto de Nos) y él me decía que en sus últimas giras hay una gran emoción, una avidez por ir a shows y por estar un poco de joda. Según él, eso está vinculado a los dos años de abstinencia y aislamiento social por la pandemia. ¿Allá viviste esta ansiedad?
Hay una demanda post covid muy fuerte y en Barcelona fue donde viví más eso. Fue lindo vivirlo y lo extrañaba. Soy una persona bastante ermitaña, paso mucho tiempo solo y tocar música es una de mis conexiones más importantes con la gente. Disfruto de tocar y de escuchar a alguien que me gusta. Si bien hace tres años que no suelto un EP, para esta gira conseguí más toques que nunca.

Te conocí hace unos cuantos años en esta entrevista. Era el año 2016, vos estabas promocionando el sello Salviatek y la noticia era que tu nombre había sido elegido por Björk para uno de tus sets. Ahora has construido una carrera, estás por sacar un disco y me gustó mucho lo que me adelantaste. ¿Qué sentís que cambió y qué continúa de ese Lechuga que empezaba a transitar sus primeros vestigios de reconocimiento internacional, al de hoy que se acaba de bajar de un avión llegado del Sónar?
Yo creo que está todo para mostrar. He estado trabajando bastante y en silencio construyendo un universo sonoro. Ejercitando la manera de tocar mi música, aprendiendo sobre percusión, interiorizándome sobre las máquinas y seleccionando el equipo con el que toco. Además, comencé a especificar mis inquietudes: el diseño sonoro, la performance y la producción. Es un proceso lento, pero yo elegí seguir el proceso y no los resultados. De esto creo que van a salir muchas cosas. Por ejemplo, un disco. Quizás packs con samples de todos estos sonidos sintetizados. Cuando termine el disco también busco desarrollar un set para tocarlo en vivo.

En esta línea me adelantaste que estás coqueteando con la música ambient. Eso es algo nuevo en tu música.
Sí, total. En la pandemia revaloricé otras músicas y quizás componer música para teatro me reconectó con ciertos gustos musicales que siempre tuve, pero que no había desarrollado mucho. Me gusta investigar sobre todas las músicas y plasmar esas inquietudes en lo que hago. Las preguntas son: “cómo hacer ambient a tu manera”, “cómo hacer música de baile de la misma forma”. Yo encuentro las respuestas experimentando con mi sonido y estilo de tocar. Ahí es donde encuentro los días, y así paso mi tiempo.

En esta línea estás explorando nuevas formas de tocar las cdjs donde incorporás formas tus aprendizajes de percusión. ¡Las vas a romper todas!
(risas). Comprender en profundidad las posibilidades expresivas de las bandejas y aplicar los conocimientos que aprendí de gente como Nacho Delgado, Juan Ibarra y los hermanos Silva, es algo que me importa. Esto de intervenir percusivamente las cdjs es como un virus fantasma que viene transitando nuestra escena desde hace tiempo. Lao de Naafi lo hace desde hace tiempo. En mi caso lo conecto con una investigación de la percusión que me la tomo muy en serio. Un poco por haber crecido con la gente de Cuareim y comprobar el poder de la percusión, el ida y vuelta con la gente y el baile. Fue en esos momentos del tour cuando percutía las bandejas que la gente se interesaba mucho.

Por último, ¿cuáles son tus perspectivas a futuro y cómo te sentís con respecto a tu presente musical?
Estoy finalizando un disco que está en un 40% y en los próximos meses voy para Buenos Aires a terminarlo. Estoy feliz con la música que estoy haciendo y me quiero morir haciendo esto.