Alfonsina tiene el control

Alfonsina-Karin-Topolanski

Kristel Latecki

Con su disco debut, El bien traerá el bien y el mal traerá canciones, Alfonsina consiguió lo que quiere cualquier artista nuevo: tocar en numerosos escenarios, ganarse seguidores y premios, sonar en la radio y hacer su nombre conocido en el circuito montevideano. Es un disco que tiene una clara base en el jazz y el blues, aunque las letras se inclinen más hacia la sensibilidad pop, narrativas y confesionales. Aquí, la voz de Alfonsina comanda con firmeza.

Sin embargo, hoy ese disco no la representa. Y esa imagen de entereza que surge de la escucha tampoco es la más acertada. Como podía indicar su título, su realización fue una lucha y un aprendizaje, no solo de las maneras en que la machista industria musical puede poner trabas a una mujer compositora, sino también sobre ella misma y las propias trabas que se puso. Por eso, para su siguiente álbum desechó todo y a todos, empezó con el lienzo en blanco. Tomó el control y lo ilustró sola.

Es por esto que Pactos es un excelente disco y totalmente diferente al antecesor. Es una cara diferente de Alfonsina, una que en aquel debut quedó oscurecida u oculta por las inseguridades. Ya no hay jazz ni blues, sino que el pop se llevó a la parte más indie o moderna del espectro. Hay tiempos irregulares, arreglos de vientos que se adueñan la melodía y una voz que apuesta a crear texturas más que demostrar destreza. Hay más poesía que narrativa. Y hay una simpleza que permite que cada una de sus partes se luzca con más fuerza.

Esta es Alfonsina, ahora sí, en control.

 

¿Cómo sentís que fue el proceso de creación de El bien traerá el bien…?
Lo que salió a la luz no fue como a mí me hubiera gustado. Y en este sí. Sea como sea, es un disco que tiene imperfecciones y éstas sí me las re banco, porque igual me representan, y eso es una diferencia.
Con el disco anterior, trabajando con un montón de hombres y teniendo una primera experiencia en el estudio, no sabía hasta dónde está bueno ceder y hasta dónde no. Estaba sufriendo por ceder, y a la vez sin saber realmente poner en notas lo que quería hacer. Entonces, se volvió una cosa que se hizo como se pudo. Y la diferencia con este disco es toda, en cuanto al control. Hay un quiebre filosófico muy grande entre los dos discos. En el anterior yo tenía adentro una noción de destino. De alguna manera todo se iba a acomodar para que ese destino se cumpliera. Y me di cuenta que eso no era cierto. Se acabó eso del destino, yo hago o no sucede. O hago bien o sale mal. Controlo o se me va de las manos. Aunque “control” sea una mala palabra hoy en día, o así lo dicen. Pero no es así. 

¿Te costaba decir lo que querías hacer o lo que querías que quedara grabado?
Sí, y quedarte con esa decisión. Siempre trabajé con muchos hombres y tuve bastantes problemas con distintos instrumentistas o productores, porque me parece que era muy difícil para ellos aceptar lo que les estaba pidiendo. Era difícil porque tenían mucha experiencia, y decían “ésta de dónde viene, que me dice que lo toque más nosequé” y yo manejándome con conceptos abstractos. Imposible. No logramos comunicarnos del todo bien y para mí, no se lograba el respeto suficiente. Incluso de mí hacia mí misma. Entonces dije “bueno, vamos a recortar todo esto”. No toca nadie, yo me voy a explicar con hechos, y después, cuando la música ya esté hecha, no va a haber más dudas. 

¿Por qué te daba miedo expresar lo que querías?
Porque no sabía si estaba bien. Me daba miedo que estuviera mal. De repente me miraban con una cara que daba cuenta de que sí, sin duda está mal lo que estoy diciendo. Medio que se reían de mí. Con los chicos he lidiado con muchas cosas. Hay un músico que vino un día y me agarró y me dijo “vos estás buena ahora. Vos vení al escenario a guerrear conmigo que si estoy yo y si atrás está tu marido o tal otro batero, vos pegás dos gritos y no pasa nada”. Ese fue el mismo que en otro momento me dijo que quería hacer un proyecto en el cual Julieta Rada y yo tocáramos juntas bien putitas. ¡Ahora voy a contar todo! Aquel disco se hizo así porque algunos hombres, no todos, algunos no supieron manejar bien un proyecto musical de una mujer que haga sus arreglos. Tipo la cantante es la cantante, que está buena y ta. Por eso tuve que sacar a todo el mundo. 
No todos los músicos con los que trabajo son así pero hay una tendencia muy salada.
Hubo otro chico que lo invité a que tocara en un tema la guitarra. Vino a casa, empezamos a tocar el tema y me dijo “no, vos ahora parás, yo toco esto y vos agarrás el huevito y hacés chiquichiqui”. Cuando se fue le tuve que decir “muchas gracias por tu colaboración, pero yo no estoy buscando un productor, boludo. Estás pirando. No te pedí que arregles el tema, te invité a que toques la guitarra. Chau, adiós. Nos vemos”. 
Eso me pasó mucho ensayando con otros músicos. Decirle “che, te animás a poner el tom para esta canción”. Y que me digan “¡ya te pongo el tom!” en tono agresivo. Lo toman de mala manera, porque en realidad estamos colaborando. A partir de que el arreglo base se llega a acordar, a partir de ahí podemos cambiar cosas y estoy re abierta a hacerlo cuando es un aporte y está bueno. Pero no que secretamente estés esperando para manejar el proyecto, porque no va a pasar. Pero bueno, las cosas se dicen con hechos. ¡Y ahora de qué te reís Barney!

¿Tomar las riendas de tus canciones fue una manera de empoderarte como compositora?
Sí, más que nada de la música. Porque en el anterior de todas formas la letra y la música que las hice yo. Los arreglos fueron colectivos. Y este es un disco que habla de mí como música. Y como productora capaz también. 

Alfonsina-Karin-Topolanski

"Siempre trabajé con muchos hombres y tuve bastantes problemas, porque me parece que era muy difícil para ellos aceptar lo que les estaba pidiendo. No logramos comunicarnos del todo bien y para mí, no se lograba el respeto suficiente. Incluso de mí hacia mí misma. Entonces dije 'bueno, vamos a recortar todo esto'. No toca nadie, yo me voy a explicar con hechos, y después, cuando la música ya esté hecha, no va a haber más dudas.

¿Comenzaste tocando todo vos?
Casi todo. En cuanto a la cabeza de la canción y los arreglos sí, mucho. Hay cosas que las toqué en la batería. Fue con Diego (Bartaburu, su marido y baterista de No Te Va Gustar) mucho del proceso. Es una persona que todo el tiempo está buscando creativamente, entonces nuestro dialogo es perfecto. Es uno de los primeros músicos con los que me entiendo bien. Y no es solo eso, sino que él es muy respetuoso, entonces da lugar para que las cosas sucedan. Le pedís que toque algo y lo toca. No tiene miedo de valorar esa idea. 

¿Grabaste vos en tu casa las primeras bases?
Sí, tengo una compu, guitarra, bajo, batería electrónica. La premisa fue “a lo que hay, hay que sacarle jugo”. Y hacer ideas con las cosas sencillas que hay. Es el concepto que me agarré en la cabeza hasta en la fotografía. Es un aterrizaje. Con lo que hay cómo puedo hacer poesía con esto. No con más. No hay nada más que lo que está acá ahora.
Empecé a grabarme con una tarjeta de sonido re pichi. Pero hay teclas que las grabé en casa y quedaron. Hay guitarras que quedaron. El disco se hizo rápido, pero estuve un año y pico mezclando. Es pila. 

¿Cuándo decidiste mostrar tus canciones a otros? ¿Por allí entró Fabrizio Rossi como productor?
Llegó un punto que no podía más. Di todo. Y había un par de temas que no podía cerrar. De todas maneras, yo no tenía el conocimiento técnico para mezclar. Pero necesitaba a alguien de mucha confianza para entrar en este proyecto. Y Fabrizio es muy sensible y es un buen amigo. Y también su criterio me daba confianza, porque me encanta la música que hace. Entonces lo terminamos con él.

¿Cuáles eran las canciones que no podías terminar?
El final de un tema, el final de Juego con fuego. Algo llama fue un tema que el arreglo pudimos estar juntos para hacerlo y disfrutar de hacerlo. Porque los saxos no estaban grabados y las teclas tampoco. Tocó Gonzalo Levin, y Manuel Contrera el teclado en Fuego y Algo llama. Los más difíciles, que no me daban a mí los dedos.

Cuando presentaste el primer tema, Ese frío vacío, en el comunicado utilizaste una frase que está en sintonía con lo que decís: “la contundencia de lo simple”. Es dejar que esas pequeñas piezas sean las que hablen y no llenar de significados.
Exacto. Como todos estamos tan expuestos a tanta información, lo rellena tu cabeza. Tenemos tanta música en nuestra cabeza que no necesito tocar más que un acorde para que se te venga a la cabeza un tema de jazz que escuchaste una vez. Aceptar esas distancias y dejar esos espacios es parte de este trabajo. No rellenar incluso con palabras, con imágenes. Quiero ese lugar que siempre me pareció tan especial cuando toco, que es la interacción que se da con la gente y es una cosa que no tiene palabras. No está dada por que uno toque, ni esta dada totalmente por el otro. Es en el medio donde pasa lo que realmente me parece interesante.

En El bien traerá el bien… las letras dominaban el significado. Pactos en cambio es un disco con una conexión más profunda en cada una de las partes.
Sí. Está más ligado todo. Está pensado más como texturas. Se relaciona con todo lo que he crecido en bellas artes. No sé cómo explicarlo. Es una poesía que está buena. Unas pocas palabras repartidas de cierta manera, no antes y no después, generan ciertos espacios por los cuales vos saltás de uno a otro. Y eso que se da en el medio son esos momentos en los que realmente nos comunicamos y estamos juntos de una manera más pura de lo que podemos explicar y de alguna manera esos silencios son en los que quería entrar, y es donde el otro entra a mí.

¿Por qué elegiste Ese frío vacío para mostrar esta nueva música?
La eligió Bizarro, pero me pareció perfecta. Es el tema uno. Ese frío vacío nació porque en un momento yo sentí que me malinterpretaron. Malinterpretaron por dónde venía la onda del proyecto y lo pusieron de una manera muy digerible digamos. Tan digerible que le dije “bo, creo que nunca viniste a un show en vivo”, y no, nunca había ido. Le faltaba complejidad, oscuridad, le faltaba detenerse un poco. Y ahí nació Ese frío vacío. Nació a partir de una línea de bajo, que era una manera que antes componía. El bajo me flipa, me gusta mucho. A veces me gusta más que la guitarra, porque es a la vez percusión y vez melodía, de una manera que me completa y me da libertad. 
Fue una manera de protestar. No me hago entender, pero obviamente tengo la responsabilidad de no haberme hecho entender. Y la interpretación que el otro hace, aunque no podés controlarla, no puede estar tan distante de lo que vos sentís. Igual cada uno se hace la cabeza que quiere. A veces hablo con otras personas sobre el proyecto, y lo sienten tan dulce y tan nosequé. Y no lo entiendo. No me encuentro en las definiciones de los demás. 

¿No te sentís identificada cuando te dicen que cantás dulce?
Claro, nada que ver. De dónde lo sacaron. 

¿Ese frío vacío es entonces una suerte de un manifiesto, del disco en sí o cómo sentís que la gente te estaba viendo?
Si, tal cual un manifiesto. Y ya te dice cuales van a ser las texturas del disco: la Telecaster, el bajo ese tocado con púa, los patterns de batería largos. 
Y el frío vacío es algo que vos podés poner en una góndola y comprar. Aunque sea una góndola de Instagram, que no se compra con plata pero es un bien que podés intercambiar, de que vos me das y yo te doy. No todo se puede vender y comprar, o no todo se puede usar, esa es la palabra más importante. Sin duda lo más interior de cada uno es lo que no se puede usar. No se puede capitalizar, por más que parezca que sí. Eso está en el corazón de la canción.

Pactos como decías tiene texturas, tiene tiempos irregulares también, pero tu voz se presenta también de maneras diferentes, desde el susurro a doblar las voces haciendo el tono alto y el grave. ¿Esto también fue parte de ese aprendizaje inicial?
Éste disco reflexiona sobre la identidad y la voz es parte de eso. Hay voces dobladas porque me considero constituida por una multiplicidad. Voces que hacen sombra a otras voces que están en distintos planos y que según el momento se exacerban o se retraen. También hay voces graves y voces agudas, que pueden relacionarse con aspectos femeninos y masculinos que me hacen. Hay texturas que comunican más "duramente" desde el lenguaje claro y definido, y otras que se sostienen desde lo sensual, sensorial. Todos éstos diálogos están implicados en Pactos. Elementos que se complementan y dialogan de forma dinámica.

Y una de esas voces graves es Fede Lima en Casas unidas (una de las mejores canciones del disco), y que también suena de una manera totalmente diferente a la que está acostumbrado.
Sí, tiene una voz divina y me encanta como quedó. Ese tema tiene una energía especial. Esa canción me sorprende que le guste a la gente porque es el tema más dulce para mí, más humano, que más apela a unirse. Que además de la pretenciosidad estética que tiene el disco, es un tema que nació del corazón. Todos nacieron del corazón, pero esa canción quiere unir personas. 

 

Pactos ya está a la venta en tiendas de música uruguayas.