Paul Higgs durante la grabación de Virtudes
Kristel Latecki
Este sábado Algodón realizará junto con Piel su último show en vivo en Montevideo por un tiempo. En marzo Paul Higgs se instalará en Buenos Aires, donde gracias al sello independiente Queruza estará llevando su universo musical hacia nuevos territorios. Se trata de un nuevo desafío para el músico, para el cual según cuenta, dará todo lo que tiene para dar.
Pero no solo llevará su música solista, sino también el último disco de Algodón. Virtudes –que se destacó en nuestra lista de lo mejor del año– es su creación más madura, el más ordenado y pop. Sin perder su empuje vanguardista ni el encanto que los hacen únicos, amplificaron y emprolijaron su sonido, forjando lo que ellos llaman su “disco definitivo”.
En diciembre, apenas un mes después de la salida de Virtudes, charlamos con Paul sobre este disco, el trabajo junto con la banda (que ahora está formada por Seba Rodríguez, Pedro Duarte, Agustín Piña, Leandro Aquistapacie y Gastón Vivas), la influencia de su novia Yaya Rearte y sobre lo que lo espera en Buenos Aires.
En la suerte de gacetilla que mandaste sobre Virtudes decías que es “el álbum definitivo” de Algodón. ¿Qué significa eso?
Es definitivo en el sentido de tener un objetivo claro de clavarla al ángulo. Ya practicamos cómo patear, sea en los discos que grabamos para Algodón o los millones que hemos grabado de nuestras vidas. Ya sabemos hacer cosas que están finas finas, sin errores. Desde el principio quisimos hacer una gran obra. Queríamos hacer un álbum definitivo, no porque nos definiese, sino que capturara perfectamente la esencia de lo que hacemos con la mayor calidad posible. Está todo bien con el lo-fi, pero me gustan los discos de Bob Dylan, y él no grababa lo-fi. En el 65 cuando grabó Highway 61 grababa con los micrófonos más caros del mundo tal vez, los Beatles también. Es un mundo que a nosotros como melómanos o como músicos ejecutantes nos encanta activar. Tocar con guitarras re zarpadas. No quiero tocar con una que me compré en Tienda Inglesa, ¿sacás? Está bien, ya lo hice. Ya grabé con un micrófono de $200 10 discos. Pero claro, si querés jugar en primera te ponés los botines con tapones de metal.
¿Es un intento entonces de llegar a las grandes ligas?
Sí. O sea, que sea competente, absolutamente. Que sea pop entendible para todo el mundo, pero que al mismo tiempo sea vanguardia. Porque, ¿quién toca blues? ¿Quién mete tres bluses en un álbum estando en una posición de banda nueva? Lo veo de vanguardia en el sentido de que tratamos de que suene anacrónico. No nos interesó nunca que suene de esta era. Seguro que tiene cosas de inconsciente colectivo que tenemos con muchos músicos del mundo, pero es un intento de ser anacrónico. Eso también me parece muy importante con respecto a este álbum. Mismo eso de tocar blues, que a mí me fascina, te diría que es lo que más me gusta.
¿Es tu primer amor?
Sí. Fue lo primero que aprendí en la guitarra seguro. Me encantaría saber tocar mucho más. Hay gente que sabe tocar licks y cosas re zarpadas. Tocan blues de pura cepa. Yo saco estructuras y puedo tocar algún que otro punteo, pero lo interpreto más que nada. Como hago con todo en realidad. Piña el guitarrista de Algodón toca blues re zarpado. De verdad, hasta toca la armónica. En el disco grabó varias, es muy bueno.
En este intento de ser high-fi digamos, ¿cómo fue esa grabación?
Juan Bra (aka Juan el Alto) se fue de viaje y le pidió a Seba si podía cuidar su casa estudio nueva. Nos dejó usar el estudio todo el tiempo que quisiéramos y estuvimos 20 días grabando las bases con micrófonos re zarpados. La batería la grabamos con 10 micrófonos. Afinábamos para cada tema. Fue re pensado, re prolijo. Se logró un equilibrio trabajando en equipo, entre mi especie de histrionismo y desfachatez con la prolijidad que tiene Seba, por ejemplo.
Seba Rodríguez en los controles
Después seguimos grabando en la casa de Seba con micrófonos re buenos. Hice maquetas de todos los temas, canté e hice todos los coros, encontré todas las intenciones. Después conseguí un re micrófono con un re pre -que es una cosa que hace que la señal se ponga re zarpada- y canté lo que ya estaba ultra decidido.
Hay una especie de música que le llaman yacht rock, que es lo que toca Steely Dan o música de fines de los 70. Lean (Aquistapacie) le llama “dad rock”, pero estoy muy copado con eso últimamente. Ellos son súper perfeccionistas. No lo escuchaba antes de grabar este álbum, pero ahora me copé con un artista escocés que se llama Gerry Rafferty que tiene un tema muy bueno que se llama Baker Street, que tiene un saxo re clásico. Es todo re proli, y medio soft, pero re clavado. Son locos que cantan re afinado y hacen todo re a tiempo. Eso me encanta, quiero hacer discos así. Creo que el próximo Algodón TIENE que ser así.
Es una interesante referencia, porque Algodón tiene ese ambiente 60s / 70s old school pero siempre fue así. Es tu estilo.
Sí, es intrínseco. Porque mi viejo tenía violas desde el 68, mi casa es toda marrón y hay algo medio setentero. Y mis amigos curten esa música, a pesar de que muchos están adaptados a la época moderna. Y yo lo estoy un montón también, estoy cada vez escuchando mas música de ahora.
Como decías, es ser todo eso pero también ser de vanguardia. Proponer algo diferente.
Claro, totalmente. Sino no existe. Sino no tendría sentido ser músico ni hacer otro tipo de arte.
¿Cómo se diferenció el trabajo ahora junto a toda la banda?
Es una cuestión energética. Hay mucha más energía cinética girando en el asunto. Es buenísimo. Nosotros ya tenemos un ritmo de trabajo en el que nos decimos las cosas de manera muy sincera y nadie se lo toma mal. Está muy aceptado eso, dado que tocamos juntos hace tanto tiempo, entonces nos permite llegar a cosas muy buenas juntos. Mejores en muchos casos a las que llegamos solos. A pesar de que solo creo que hago algo mucho más rupturista o polémico. Más verdaderamente lo que se me antoja, más sorpresivo aun. La banda es como mucha energía girando y es una bomba que explota más fuerte.